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La recesión y el 'caso Enron', relegados por la guerra

Enric González

El desempleo afecta al 5,8% de la población activa estadounidense. La economía, pese al inesperado repunte anunciado ayer, apenas muestra pulso, y el alto endeudamiento general, de las empresas como de los particulares, dificulta la recuperación, al igual que el boquete abierto en el presupuesto por los gastos militares. Las irregularidades contables descubiertas en una empresa del tamaño de Enron suscitan una creciente desconfianza en los mercados bursátiles, que se han tragado ya los ahorros de muchos. Todas estas cuestiones son las que más preocupan a los ciudadanos de Estados Unidos, más incluso que el riesgo de nuevos atentados, y George W. Bush apenas les dedicó una quinta parte de su discurso.

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En el apartado doméstico, Bush no fue concreto ni convincente. Dijo que su programa económico se resumía en una palabra, 'empleos', sin explicar cómo crearlos, y exigió 'transparencia a las empresas' sin citar el caso Enron, un escándalo que está echándose encima de la Casa Blanca. Trató las dificultades económicas y sociales casi como un apéndice de la guerra, indicó que debían resolverse 'con el mismo espíritu de cooperación aplicado a la lucha antiterrorista' y pidió a los ciudadanos que hicieran 'trabajos voluntarios para ayudar a sus vecinos'.

La oposición demócrata replicó de inmediato con la estrategia prevista. Richard Gephardt, uno de los presidenciables demócratas para 2004, ofreció un respaldo total en la cuestión bélica, rehuyendo la polémica sobre una guerra masivamente popular entre los electores y que cuesta mil millones de dólares al mes, y enumeró la lista de asignaturas pendientes (empleo, debilitamiento de la Seguridad Social, déficit presupuestario) de George W. Bush.

En noviembre se celebrarán elecciones para renovar a los 435 miembros de la Cámara de Representantes y a 35 de los 100 miembros del Senado, y en esas elecciones no se votará sobre guerra o política exterior, sino sobre asuntos domésticos.

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