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VISTO / OÍDO
Columna
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Desnudos y soldados

El Espíritu de la Justicia es una mujer. Por una rara costumbre de la estatuaria clásica, su escultura en el Departamento de Justicia de Estados Unidos tiene un solo pecho visible. Junto a ella está la Majestad de la Justicia (cada uno puede imaginar las diferencias metafísicas); es hombre y se tapa las partes pudendas. Cuando el Imperio Romano se cristianizó la emprendió a martillazos con tan dolorosos lugares y apenas dejó esquirlas. El fiscal Ashcroft, nuevo titular, ha mandado poner tapices sobre toda esa incitación a pecar. Es hombre que reza todas las mañanas, y cuando da alguna comida oficial bendice la mesa, ante el embarazo de algunos librepensadores. Es el mismo que está defendiendo el trato a los talibanes de Guantánamo, con el ministro de Defensa, que es otro ultra. Siempre me han sorprendido estos comportamientos unánimes de la derecha triunfante: no dejan un resquicio por donde pueda asomar algo de naturalidad. A veces tienen comportamientos privados por donde escapan ellos mismos, y el jefe del FBI que espiaba al presidente Kennedy por sus amores celebraba fiestas con amiguetes vestidos de mujer. Una vez un director de periódico me regañó porque la noche antes no había saludado a un consejero con el que me encontré en compañías, actitudes, gestos y palabras que no correspondían a la moral que nos mandaba: una vez se ensañó conmigo porque publiqué en 'su' periódico una foto de Brigitte Bardot. 'Es que no creí que fuera él', dije. 'Las actitudes morales no correspondían...'. '¡Es usted demasiado joven!', me regañó el director por algo de lo que era tampoco culpable. 'Y, además, no es usted de Bilbao y no puede entender'. Ahora ya soy anciano, aunque siga sin ser de Bilbao, y aún mantengo mi educación: no saludar amigo ni amiga que puedan estar en situación comprometida mientras no me saluden.

Historietas aparte, la actitud unitaria del fiscal general se corresponde con quien es, y con la petición de que sea un general de cinco estrellas el que se encargue de la guerra interior contra el terrorismo. No sé si terminarán calando aquí. Hay una Constitución que lo permite y que quizá lo desea, porque las constituciones desean lo mismo que las mayorías absolutas.

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