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Reportaje:

Repsol YPF llora por Argentina

Primeras estimaciones cifran en 300 millones de euros la posible caída de sus beneficios en 2002

Repsol YPF, que hace un mes se creía vacunado contra las peores secuelas de la crisis argentina, ha resultado ser el grupo español más afectado por la devaluación del peso y, sobre todo, por el anuncio de un impuesto sobre la exportación de hidrocarburos. La petrolera, que vale hoy en Bolsa menos de lo que pagó por la adquisición de YPF, está preocupada por el quebranto, que es grave pero asumible por la solidez de la compañía, según sus directivos y distintos analistas. El grupo reitera su voluntad de seguir en Argentina.

Moody's, S&P y Fitch han bajado sus 'notas' a la deuda de la petrolera y sus acciones han caído un 15,3% en Bolsa desde el mes de diciembre
Argentina, donde ha invertido 20.364 millones de euros, supone el 22% de su cifra de negocios y el 46% de sus beneficios
Tres medidas afectan al grupo: la devaluación del peso, un impuesto sobre la exportación de crudo y la conversión a pesos de las tarifas de gas
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Los primeros detalles del nuevo plan de reformas del Gobierno argentino han caído como un jarro de agua fría sobre las cuentas y la cotización de Repsol YPF, que ya había rebajado sus previsiones de crecimiento hace unos meses por la fuerte caída de los precios del crudo. Supondrán probablemente una caída del 68% en sus beneficios del cuarto trimestre de 2001, según Merrill Lynch, y un recorte de entre 300 y 500 millones de euros, según distintos analistas, en el esperado para el ejercicio 2002.

Un castigo comprensible por su exposición en el país austral (ha invertido en él 20.364 millones de euros desde 1996, representa el 22% de su cifra de negocios y el 46% de sus beneficios antes de intereses e impuestos y copa el 70% de sus reservas de crudo) y el endeudamiento que arrastra (19.710 millones de euros a final de septiembre, con un ratio muy por encima de la media del sector).

El plan del presidente Duhalde contiene tres medidas que afectan directamente a Repsol YPF: la devaluación del peso del 29% (cambio oficial frente a una caída muy superior en los mercados), un impuesto sobre la exportación de hidrocarburos y la conversión de dólares a pesos argentinos de las tarifas de gas y electricidad.

- Nuevo impuesto. Es la medida más inesperada y grave para la petrolera. Su negocio más jugoso, la exploración y producción, se consideraba a salvo de la crisis al realizarse en dólares e incluso beneficiado por ella indirectamente al traducirse en menos costes domésticos la depreciación del peso. Este último efecto ha sido argumentado por el Gobierno argentino para justificar el impuesto.

Las iniciativas del sector para sustituirlo por un pago único de unos 1.400 millones de dólares han fracasado y se ignora todavía la cuantía que tendrá el impuesto, si gravará sólo a la exportación o también a la producción, cual será el reparto de la carga entre los operadores y las posibles compensaciones, si las hay, al sacrificio.

Tampoco se conoce la masa monetaria sobre la que basa sus cálculos el Ejecutivo. Si toma el año 2000, que fue excepcional para las exportaciones de petróleo argentino (5.600 millones de dólares) por el alto precio del barril, la repercusión sería gravísima para las petroleras (a Repsol YPF corresponde un tercio de estas ventas), dado que en 2001 se han reducido los ingresos sustancialmente y las previsiones para 2002 los sitúan en menos de la mitad de los obtenidos hace dos años. Una penalización excesiva, dados los umbrales de rentabilidad en los que se mueve la exportación de crudo argentina (véase el gráfico adjunto de evolución de precios y de ventas al exterior), sacaría de este mercado al país austral y lograría los efectos contrarios a los pretendidos con el nuevo impuesto.

Con estos mimbres, y con gran cautela, los analistas y la compañía han trazado hipótesis (véanse las de Merrill Lynch en los cuadros adjuntos) sobre sus efectos sobre las cuentas de Repsol YPF. El impacto negativo oscilaría entre 110 y 240 millones de euros. Hasta tres dólares por barril en el mejor de los casos, según Merrill.

- Devaluación. Afecta principalmente a la división de refino y marketing del grupo, por los menores ingresos en dólares de las estaciones de servicio y la previsible caída de la demanda. Los analistas evalúan, según distintas hipótesis (depreciación real del peso y mantenimiento o no de los precios al consumidor), su repercusión negativa en los beneficios de la compañía entre 100 y 390 millones de dólares. Una merma del cash flow operativo de 450 millones de dólares. Y una reducción de 1.000 millones de euros en su valor patrimonial.

- Tarifas. El paso a pesos de las tarifas en dólares del transporte y distribución de gas y electricidad penaliza también sus resultados.

Alfonso Cortina, presidente de Repsol YPF
Alfonso Cortina, presidente de Repsol YPFMANUEL S. URBANO

Promesas, calificaciones y recorte bursátil

Desde el cacerolazo que aupó a Eduardo Duhalde a la presidencia de Argentina, el 1 de enero, nada es igual para Repsol YPF. Las tres principales agencias de calificación de riesgo, Moody's, S&P y Fitch, han bajado sus notas a la deuda de la petrolera, una de las mayores de su sector; sus acciones han perdido en Bolsa un 15,32%, y los analistas han rebajado sus previsiones sobre los resultados de la petrolera y el precio objetivo de sus títulos. La crisis argentina y la caída de los precios del crudo pone en serias dudas el cumplimiento de los tres compromisos adquiridos por la compañía en su plan estratégico 2001-2005: incremento anual del 10% en los dividendos, reducción del endeudamiento hasta alcanzar entre un 30% y un 35% en deuda neta sobre capitalización y trabajar con rating crediticio 'A'. Sus planes de inversión también pueden verse afectados. La solidez financiera de Repsol YPF, sin embargo, es a juicio de los analistas suficiente como para asimilar los daños sobrevenidos. En cuanto a liquidez, Merrill Lynch estima que sus activos realizables podrían totalizar casi 9.500 millones de euros y señala además que las líneas de financiación comprometidas y no utilizadas superaban los 5.000 millones de euros en octubre pasado.

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