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Reportaje:

Más tristes que un tango

La crisis argentina empuja a regresar a muchos andaluces que vuelven con sus afectos divididos

Uno de los primeros recuerdos que Carmen Nieto tiene de Argentina es que había trozos de carne tirados en los 'tachos' de basura. Eran otros tiempos. Cuando miles de andaluces emigraban hacia aquel país huyendo de las penurias de la posguerra.

'A mí me llevaron', aclara Carmen, con un acento bonaerense tan marcado que nadie sospecharía que en realidad es gaditana. Sus padres emigraron cuando ella apenas tenía tres años. Ahora, a sus 55, la crisis económica argentina la ha empujado a tomar el difícil camino del retorno. Llegó en junio, dejando 'allá' los ahorros atrapados en el corralito (confiscación de los depósitos), alguna propiedad que nadie le compra y a uno de sus cuatro hijos.

La influencia de Argentina canta en sus elles arrastradas y en que de vez en cuando reclama un psicólogo que le ayude a afrontar los problemas. Dado que en su juventud volvió seis años a España para después regresar nuevamente a aquel país, tiene dos hijos españoles y dos argentinos. Éstos últimos carecen de documentación para vivir en España. No es el único caso. Cientos de andaluces que emigraron a América Latina descubren a su regreso que tienen hijos sin papeles.

Carmen no se arredra ante la adversidad, pero reconoce que hay momentos en los que se pone 'triste como un tango'. No se arrepiente de haber hecho su vida lejos de España. Aunque confiesa que siempre vio pasar los aviones con nostalgia, asegura que habría seguido en Argentina de no haber sido porque ella y su marido se quedaron sin empleo y, sobre todo, sin expectativas.

Victoria Montilla tampoco se arrepiente de los años que pasó en aquel país. 'Argentina me dio lo que no me dio mi tierra: de comer', dice con su deje malagueño casi intacto, pese a que vivió allí desde los 18 años hasta sus actuales 67. En noviembre, optó por el retorno. Tiene una hija aquí y un hijo allí. Su marido tiene derecho a una jubilación argentina de 30.000 pesetas, pero con la crisis, la transferencia no llega. Todavía no ha logrado el subsidio que le corresponde como retornada, así que depende de su hija. 'Cuando veo las cosas mal castigo a los santos y los encierro en el ropero', bromea.

Su retorno también ha sido consecuencia de la debacle argentina. Sin embargo, evoca con cierta melancolía sus primeros años en un 'conventillo' (patio de vecinos) o las tertulias del Centro Andaluz de Córdoba (Argentina), fundado por su marido. Las dos achacan el derrumbe de aquel país a los gobernantes 'que se han llevado hasta los clavos' y expresan su deseo de que Argentina levante cabeza. Ambas se proclaman españolas sin titubeos, pero a coro añaden que tienen sus afectos divididos, igual que su familia. Son sólo dos historias de los cientos de emigrantes que han vuelto. Muchos andaluces que, como dice un tango, siempre tendrán el corazón mirando al sur.

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35.000 retornados y un incumplimiento

Entre 1990 y 1999, regresaron 34.874 emigrantes a Andalucía. Una cifra que situó a la comunidad en tercer lugar en número de retornados después de Galicia y Madrid. Durante ese período, la mayoría volvió de Suiza, Alemania, Reino Unido y Francia. Argentina entonces ocupaba el sexto lugar. Según los datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, entre 1995 y 1999 llegaron a España 5.748 retornados de aquel país. La crisis económica de Argentina ha multiplicado con creces esa llegada. Según la Asociación Malagueña de Emigrantes Retornados (AMER), tras el estallido social de finales de año, el 90% vuelve de Argentina. Genoveva García, técnico de AMER, suma los retornados, sus familias y los demás inmigrantes que proceden de aquel país y concluye: 'Es el mayor éxodo que ha vivido América Latina durante una democracia'. Con la reciente crisis, el convenio hispano-argentino -que entre otras cosas regula las jubilaciones mixtas- se ha convertido en papel mojado. 'El convenio no se cumple porque Argentina ni responde a los trámites ni afronta su parte económica', protesta García. Eso supone que muchos emigrantes, que vuelven en edad de jubilarse, malviven con el subsidio de retorno o con una pensión asistencial, aunque hayan cotizado allí toda su vida. Una carta del ministerio ante un caso expuesto por AMER señala que 'mientras esta situación perdure, todos los trámites que iniciemos previsiblemente serán infructuosos'. Después de haber atendido a cientos de retornados que regresan a su tierra, García saca conclusiones: 'España no está preparada para el retorno, se nos olvidaron los emigrantes'. Y resume sus críticas en trámites excesivamente lentos, trabas burocráticas y desconocimiento. Según su experiencia, 'muchos derechos se pierden por falta de información' o por la tardanza de las administraciones. Como ejemplo, cita muchos casos de pensiones concedidas una vez que el solicitante ha fallecido. Añade que los que se fueron a países europeos han quedado 'más amparados' que los que emigraron a América Latina. Pero después acota que, debido al retroceso de los países latinoamericanos, por difícil que sea el retorno, 'aquí les espera una vida un poco más digna'.

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