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'¡Ojalá fuera una casualidad!'

El colegio de Valladolid con cuatro casos de cáncer recobra la normalidad tras el inicio de la investigación de los expertos

Primero fue el miedo, luego llegó el pánico: cuatro casos de cáncer infantil en el mismo colegio en el plazo de un año. Los padres del centro público Antonio García Quintana de Valladolid vigilan con aprensión cualquier malestar de sus hijos. También miran de reojo hacia las antenas de telefonía fija que, desactivadas, aún coronan parcialmente un edificio situado a menos de 50 metros de la escuela. 'Pese a que no se haya demostrado la relación causa-efecto, para nosotros son el factor de riesgo sospechoso número uno', afirma el portavoz de los padres, Luis Martín Arias. Una comisión de expertos investiga ya el caso que ha conmocionado a la ciudad y provocado la imputación judicial del concejal de Urbanismo.

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'¡Ojalá todo fuera una casualidad!', desea con fervor María Jesús García. En diciembre de 2000, su hija C., de cuatro años, fue la primera alumna que enfermó de leucemia linfoblástica aguda. 'Pensé que era mala suerte. Ni siquiera me había fijado en que habían puesto antenas en el edificio alto que hay junto al colegio', recuerda.

Según los padres, las estaciones de telefonía comenzaron a instalarse a partir de marzo de 2000 junto a este centro de enseñanza infantil y primaria. El Ayuntamiento, gobernado por el PP, ignora cuándo se inició la instalación, reconoce el concejal de Urbanismo, Federico Sumillera. En enero de 2001, una inspección municipal constata que ya hay siete estaciones de telefonía fija LMDS en el tejado del edificio de la calle de López Gómez, 5, casi colindante con el colegio y en pleno centro de la ciudad. De las siete instalaciones, propiedad de otras tantas empresas, tres carecen de la preceptiva licencia de obra mayor. Ninguna está en funcionamiento, según la inspección. 'Era un auténtico bosque de antenas', señala el escritor Gustavo Martín Garzo.

Alarmas disparadas

Mientras la pequeña C. continúa hospitalizada, en febrero de 2001 aparece un segundo caso de cáncer, ahora linfático, en otro alumno de nueve años del mismo colegio de primaria. Comienza la inquietud entre los padres y, en junio, el consejo escolar informa al Ayuntamiento sin obtener respuesta. En septiembre, surge el tercer caso: una compañera de clase de C. padece el mismo tipo de leucemia que ella. 'Entonces se dispararon las alarmas', recuerda María Jesús García.

Horas después de conocerse este tercer caso, el concejal de Urbanismo recibió a los padres. 'Por entonces di orden de retirar las tres instalaciones ilegales. Como sus dueños no lo hicieron, las quitó el Ayuntamiento en octubre', afirma Sumillera, que ahora está imputado por un presunto delito de prevaricación por no haber ordenado supuestamente retirar las siete instalaciones.

Los padres, que se sienten 'desamparados' por el Ayuntamiento y denostados por el alcalde, Javier León de la Riva, recurren a la justicia. En octubre, denuncian la situación ante el fiscal de la Audiencia Provincial. Por entonces, la Junta de Castilla y León realizaba ya un estudio epidemiológico. 'Ese informe determina que hay una concentración de casos de cáncer en el colegio, pero que no está relacionada con las antenas', señala la directora general de Salud Pública, Rosa Valdeón.

El estudio no apacigua a los padres, que ganan apoyos sociales en su movilización contra las antenas. Las manifestaciones se suceden. Y llega la hora del juez: el 20 de diciembre ordena dejar sin actividad todas las instalaciones en un plazo de siete días laborables y desmontarlas antes de tres meses. La medida afecta tanto a las antenas del tejado como a los equipos instalados en el sótano y la planta baja del edificio. Según el magistrado Rodríguez Carretero, en el inmueble existe 'un complejo industrial de recepción y transmisión de telefonía fija por radiofrecuencia', lo que considera incompatible con el uso residencial del edificio.

Nochebuena no es tal. Ese día la angustia se dispara en Valladolid: hay un cuarto caso de cáncer (tercero de leucemia linfoblástica aguda) entre los alumnos del García Quintana. En aras de la protección de la salud, el juez ordena la clausura inmediata de las instalaciones de telefonía. Hasta el alcalde, que había prodigado las críticas a los padres, cambia de actitud. Se planta ante el juez y le ofrece clausurar inmediatamente las instalaciones. 'Había mucha alarma social', justifica León de la Riva. Médico de profesión, el alcalde defiende desde el primer momento que 'no hay correlación' entre las antenas y los cánceres del García Quintana.

Tras unas navidades amargas en las que la Junta ordena cerrar cautelarmente el colegio y el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León manda reabrirlo, se hace una primera inspección sanitaria oficial que establece la normalidad del centro. Los padres empiezan a respirar con la siguiente medida: el establecimiento de una comisión de expertos independientes que ya investiga las posibles causas de la agrupación de casos de cáncer en el García Quintana. Para ello realizará un estudio medioambiental y otro etiológico. Todos los alumnos y trabajadores del colegio pueden hacerse un chequeo. Ya lo han solicitado más de 300 de los 442 alumnos y 39 trabajadores.

'Nada sospechoso'

El compás de espera está abierto. La tranquilidad aumenta, pero persisten la duda, el malestar y los rumores. 'Los vecinos seguimos preocupados y sentimos desconfianza, porque las autoridades se han puesto del lado del más fuerte', afirma el presidente de la Asociación de Vecinos Zona Centro, Rafael Fuertes. La directora general de Salud tranquiliza: 'Estamos vigilantes. Los cánceres infantiles no han aumentado en la ciudad. Tampoco se ha encontrado nada sospechoso en el resto de la población próxima al colegio'.

Minutos antes de las nueve de la mañana, los pequeños se encaminan bien abrigados al García Quintana, junto a la plaza de España. Desde la puerta aún son visibles parte de las antenas. Pero los niños no miran. 'Los chicos no están traumatizados. Tampoco hablan del problema', aseguran dos profesores. Desde que comenzó el curso, nueve chavales han dejado el centro. De los cuatro enfermos, sólo el paciente de la dolencia linfática ha obtenido el alta médica y dos aquejados de leucemia siguen hospitalizados.

El viejo caserón de ladrillo se llena de voces y carteras rodantes. A veces también se escucha la de C. Va poco, porque aún no ha recibido el alta. 'A ella le gusta mucho su colegio. Cuando se vio sin pelo por la medicación se quedó traumatizada. Vino un día con una pañoleta, en junio pasado, y la recibieron muy bien. ¿Cómo íbamos a añadirle al trauma de la enfermedad el trauma del cambio de colegio?', plantea su madre. Como ella, el resto de la comunidad escolar sólo aspira a poder recobrar una normalidad que ya empieza a llegar.

Conmoción y descontrol

Conmoción social y descontrol municipal. La aparición de de cuatro casos de cáncer infantil en el colegio Antonio García Quintana ha sacudido durante semanas la vida de la ciudad. 'El alcalde es el máximo responsable, porque cuando los padres le pidieron ayuda él les dio la espalda y les descalificó. Dijo que estaban manipulando a los niños', afirma el escritor Gustavo Martín Garzo, que ha respaldado las protestas paternas. En opinión del novelista, Valladolid acaba de vivir 'una de las mayores movilizaciones sociales desde la democracia'. 'Esto no es una confrontación entre el PSOE y el PP. Lo único que ha ocurrido es que los políticos del PP no han sabido estar a la altura', añade. Por su parte, el alcalde popular, Javier León de la Riva, sostiene que 'algunos han politizado la situación'. En medios municipales aseguran que las lagunas jurídicas a nivel autonómico y estatal han impedido una actuación más restrictiva por parte del Ayuntamiento de Valladolid. 'Este jueves, en el comité ejecutivo de la Federación Española de Municipios y Provincias hemos decidido crear una normativa marco sobre antenas para los ayuntamientos', asegura León de la Riva. 'Es evidente que las empresas han ido por delante y algunas han campado por sus respetos', afirma el concejal de Urbanismo, Federico Sumillera. Aún hoy desconoce cuántas antenas de telefonía carecen de licencia en Valladolid. 'Estoy intentando averiguarlo. Sólo sé que hay 98 legales'. 'Antenas ilegales hay en toda España. En Valladolid no tenemos policías de tejados', se excusa el alcalde.

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