Aznar pide a la UE que acabe con los santuarios del terror
El jefe del Gobierno presenta en el Parlamento Europeo las prioridades de la presidencia española
El presidente del Gobierno, José María Aznar, insistió ayer en su primera intervención ante el Parlamento Europeo en que la lucha contra el terrorismo es 'la prioridad de las prioridades' de la actual presidencia española de la Unión Europea, pero en esta ocasión fue mucho más lejos. 'España se propone iniciar el debate para que la lucha contra el terrorismo se convierta en un objetivo de la Política Europea de Seguridad y Defensa [PESD]', afirmó el presidente. En sus intervenciones, una decena de eurodiputados echó en cara a Aznar que no destacara a la vez la defensa de las libertades y derechos ciudadanos ni se refiriera al papel de las regiones en Europa.
Aznar basó su propuesta sobre la PESD en la conveniencia de que la política exterior de la Unión, en la que se integra la de seguridad y defensa, tenga una 'credibilidad' que no puede basarse sólo 'en su presencia internacional, sino en unos instrumentos eficaces y en un nivel de interlocución privilegiado'. Por eso, dijo, la Unión debe profundizar en sus relaciones con EE UU y Rusia. Con Washington, en concreto, insistió en que la UE buscará 'una estrecha cooperación en materia jurídico-penal', que incluye un acuerdo sobre extradiciones.
Hoy, la PESD no incluye la lucha contra el terrorismo y está centrada en la creación de una Fuerza de Reacción Rápida, no un ejército clásico, para intervenir en gestiones de crisis. Esa fuerza, que supone la puesta a disposición de la misma de 60.000 soldados y 5.000 policías, estará plenamente operativa el año que viene, aunque este año ya sería capaz de intervenir en algún conflicto de menor calado si fuera necesario. Se trataría, en todo caso, de misiones humanitarias y de evacuación, de mantenimiento o de restablecimiento de la paz. Hoy, incluso la posibilidad de que la OTAN incorpore misiones antiterroristas ha originado que la Alianza Atlántica tenga que modificar toda su estructura.
En sus reiteradas referencias al terrorismo, el líder español señaló que la UE debe desarrollar un plan de acción, que incluye la creación de equipos policiales conjuntos 'para evitar la existencia de cualquier santuario del terror en el interior de nuestras fronteras'. También calificó de 'insulto al sentido común y a las víctimas' que algunos hablen de diálogo sin condenar el terrorismo.
El presidente español concentró en tres las prioridades para este semestre y, además del combate contra el terrorismo, citó la de crear en Europa la zona de mayor prosperidad económica mundial (recordó que en diez años los europeos han perdido seis puntos en su renta per cápita con respecto a EE UU) y la ampliación de la Unión, cuyas negociaciones con los países más avanzados deben terminar este año. En un aviso a Francia o Alemania, destacó que el éxito o fracaso de esas negociaciones dependerá de la 'capacidad de compromiso' de los Quince.
Junto a las críticas por no referirse al papel de las regiones en Europa, otra media docena de intervenciones se centraron en apuntar que, al comentar la lucha contra el terrorismo y la cooperación con EE UU y Rusia, apenas se había referido a la necesidad de preservar las libertades y derechos o a la existencia de la pena de muerte en Estados Unidos y las violaciones de derechos en Chechenia. 'No hay territorios intermedios. El terrorismo ya no es un problema de algunos, sino de todos', les dijo Aznar en su respuesta.
La crítica más global procedió del líder de los socialistas, el español Enrique Barón, quien afirmó que el inicio de la presidencia española supone 'un giro hacia la derecha en el Consejo, que en su caso', dijo a Aznar, 'se cualifica con su condición de presidente de la Internacional Demócrata de Centro: de centro para usted, cristianodemócrata para Hans Pöttering , siempre con la C de conservador'. Para Barón, en el programa español hay mucha generalidad y poca concreción.
Si ésta fue una crítica global, la más concreta procedió de la verde Dagmar Roth-Behrendt, quien calificó a Aznar de 'franco y transparente' por no hacer promesa alguna al medio ambiente, mientras otros dirigentes sí las hacen para luego no cumplirlas.
En plena crisis europeísta en Italia, el debate en la Eurocámara apenas incluyó mínimas alusiones al problema y, desde luego, ninguna de Aznar, pese a su privilegiada relación con Silvio Berlusconi.
Aznar, cuyo discurso leído fue recibido con fríos aplausos de aproximadamente la mitad de la Cámara, también aprovechó su intervención para prometer a Argentina la colaboración de la UE en la búsqueda de 'soluciones realistas basadas sobre el diálogo', es decir, para que las medidas de Buenos Aires no se hagan sin contar con los principales inversores del país latinoamericano, entre los que destacan las empresas españolas.
Desunión ante Europa
Buena parte de la veintena de intervenciones de los eurodiputados en el debate sobre las prioridades de la presidencia española puso de relieve dos hechos que diferencian esta presidencia de la Unión Europea de otras anteriores: que la política europea de España no está pactada entre las diferentes fuerzas políticas del país, y especialmente con los nacionalistas, y que varios parlamentarios extranjeros interpretan que la de José María Aznar Aznar es una visión parcial porque hace demasiado hincapié en intereses nacionales. Bélgica, en donde las divisiones entre flamencos y valones llegan a límites increíbles, dio el semestre pasado el ejemplo contrario e incluso algún Consejo de la Unión Europea fue presidido durante todo el periodo por un representante regional sin levantar la más mínima reserva. Al margen de los populares, sólo la socialista Rosa Díez prometió ayer a Aznar 'una cooperación sin reservas' para que la presidencia española sea 'un éxito'.
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