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'ETA y Bin Laden son lo mismo'

Pregunta. El compromiso europeo de Silvio Berlusconi está en tela de juicio. ¿Qué opina usted?

Respuesta. En Europa se juzga con demasiada ligereza a Italia. Si otro país europeo hubiera cambiado de ministro de Exteriores, no se habrían suscitado tantas preguntas. ¿Existe alguna decisión de fondo, alguna orientación del Gobierno o el Parlamento italianos que permita afirmar que Italia ha cambiado de orientación con respecto a Europa? Yo no sé de ninguna.

P. La orden europea de detención no se habría aprobado sin una enorme presión de los Catorce sobre Berlusconi.

R. Sí, pero se tomó la decisión.

P. Y los procesos emprendidos por la justicia italiana y el juez Garzón en España contra Berlusconi, ¿también son investigaciones hechas a la ligera?

'El terrorismo busca el poder y utiliza el terror con una coartada como la nacionalista'
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'Yo no hago distinción entre los terroristas. Hacerla es empezar a perder la lucha'
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R. Nunca opino sobre los asuntos en manos de la justicia. Como presidente del Consejo Europeo, deseo una Italia muy comprometida en el proceso europeo, y, como presidente del Gobierno español, creo que el Gobierno italiano mantiene sus orientaciones de forma sustancial.

P. ¿Qué significa 'Más Europa', el lema de su presidencia, para la lucha antiterrorista?

R. Quiere decir hacer las cosas. Tenemos el contexto, las normas; ahora hay que ponerlas en práctica, trasladarlas a las legislaciones nacionales. Es preciso que cada vez más países se comprometan a actuar en el plazo más breve posible. En esta etapa fundamental, el centro de atención lo forman la seguridad, el intercambio de informaciones y la financiación del terrorismo. La otra gran prioridad es la cooperación con EE UU, en materia de seguridad, pero también en los aspectos judicial y penal.

P. ¿Cómo colaborar con EE UU, que aplica la pena capital y utiliza tribunales de excepción?

R. Sería extraño que todos nos pusiéramos de acuerdo para decir que el terrorismo es la mayor amenaza y colaborásemos en todos los ámbitos menos el judicial. Conozco las dificultades. Los europeos tienen una postura muy clara sobre la pena de muerte, que se refleja en sus legislaciones; la nuestra prohíbe la extradición a un país en el que esté en vigor dicho castigo. El problema de los tribunales de excepción es un asunto distinto, del que debemos hablar entre nosotros, porque afecta a la organización de la jurisdicción de un país y es muy distinto de la pena de muerte.

P. Según usted, poner nombre al terrorismo es inaceptable. Pero ¿es lo mismo Bin Laden y ETA?

R. Desde luego. Yo no hago ninguna distinción entre los terroristas. Hacerla es empezar a perder la lucha. Por supuesto, dentro del respeto a la legalidad, pueden existir instrumentos y formas diferentes de luchar contra el terrorismo.

P. España ha querido incluir Batasuna en la lista de las organizaciones terroristas, pero este escaparate político de ETA es un partido legal. ¿No es pedir a Europa que se encargue de hacer su trabajo?

R. No he intentado incluir a Batasuna en esa lista, lo que hemos hecho ha sido proporcionar los nombres de personas que pertenecen a Batasuna y han sido condenadas por terrorismo. Queremos que eso se sepa. Es posible que la justicia española tome la decisión de prohibir Batasuna. En tal caso, actuaremos en consecuencia, pero será una decisión de la justicia.

P. ¿Ha mejorado la cooperación con Francia?

R. Valoro mucho la colaboración francesa. El terrorismo no comenzó el 11 de septiembre, pero la forma de verlo en Europa sí ha cambiado desde esa fecha. Ya no es problema de unos pocos, sino de todos. La época en la que se compraba la seguridad, en la que había comprensión hacia la amenaza, está caduca.

P. Francia tiene también un problema con Córcega. ¿La respuesta pasa por dar más autonomía a las regiones?

R. No mezclemos las cosas. El terrorismo busca el poder y, para obtenerlo, utiliza el terror, con una coartada como la nacionalista o con cualquier otra. A propósito del regionalismo, creo en una Europa cada vez más integrada y en una pluralidad europea apoyada en la diversidad de sus Estados nacionales. Las regiones tienen sus vías de participación, que es preciso mejorar sin transformar su naturaleza política. Las relaciones de la Unión deben establecerse con los Estados miembros y, por tanto, las discusiones sobre las competencias sólo pueden llevarse a cabo entre la Unión y dichos Estados. Yo no creo en las disputas semánticas. Podría decir que soy partidario de una Europa federal integrada. Pero entonces, para explicarlo, tendría que decir muchas tonterías. Es un debate que no me interesa. Europa consiste en cosas concretas: el euro, la política judicial, el espacio de seguridad, el mercado único y las políticas comunes, etcétera. Después, se le podrá dar el nombre que se quiera.

P. ¿Se puede ampliar si los irlandeses rechazan el tratado de Niza?

R. Está claro que no. Habrá que encontrar una fórmula.

P. ¿Cómo se va a hacer avanzar la liberalización de la electricidad en la cumbre de Barcelona, justo antes de las elecciones francesas?

R. No se trata de colocar a nadie en situaciones insuperables, sino de avanzar de forma razonable. A medio plazo, no es posible la coexistencia entre empresas privatizadas en mercados liberalizados y empresas públicas en mercados protegidos. Las normas deben ser iguales para todos: no es cuestión de ideología, sino de mercado único.

© Le Monde

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