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Armani asegura que 'la palabra lujo' le da 'asco'

Giorgio Armani criticó ayer con dureza la sociedad de consumo que venera las marcas y el lujo -'una palabra que da asco', dijo-, porque convive con un mundo de pobreza generalizada, de guerras y catástrofes. El modista milanés se despachó a gusto contra los colegas que presentan junto a él las colecciones de ropa masculina para el próximo invierno, en la semana de la moda de Milán. Tras el desfile de su colección de ropa barata, Emporio Armani y Armani Jeans, inspirada en los monos obreros y en la ropa que visten los jóvenes en la calle, el gran modista se lamentó de que en plena recesión, cuando tres cuartas partes de la población pasa hambre, los diseñadores 'vuelven a proponer el frac'. 'Basta mirar alrededor, la gente no tiene dinero y se propone esta prenda. Pero, ¿quién se pone hoy un frac? Es como si todavía hubiera señores que salen de noche en carroza'.

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Las grandes firmas de prêt-à-porter, desde Valentino a Gucci, han exhibido en Milán trajes de tejidos nobles, echarpes de cachemira, sombreros de fieltro, pieles y bolsos para el nuevo hombre de 2002. Valentino Garavani, cuya firma, adquirida por la italiana Hdp, pierde millones de euros, presentó su versión del gitano exquisito, con grandes sombreros clásicos, chales de lana impalpable, pantalones de excelente corte. Dolce&Gabbana y Gucci han hecho lo imposible por trasladar a la moda masculina los excesos de la femenina, incluido el recurso a bolsos costosos, sedas y alguna joya. Tom Ford, que diseña la línea Gucci, confesó, sin embargo, que el hombre más elegante del momento es el jefe del Gobierno provisional afgano, Ahmed Karzai, que se presentó en Roma, en diciembre pasado, luciendo un gorro de astracán y una capa étnica.

Versace y Laurent

Armani no citó a ninguno de sus colegas por el nombre cuando lanzó sus anatemas contra el lujo, pero a nadie se le escapa que la casa rival por antonomasia, la firma Versace, ha centrado toda su publicidad de los últimos meses en una especie de revival del lujo desbocado de los años setenta hollywoodienses. También la colección de Ralph Laurent marca un punto de inflexión y un regreso a los tiempos más felices del consumo, tras el 11 de septiembre. Pero las invectivas de Armani contra su propia profesión vienen de lejos. Y no apuntan únicamente a los colegas, sino a las nuevas generaciones, ésas que, según declaraba el domingo al británico The Sunday Telegraph, son capaces de cualquier cosa por poseer un reloj de marca. Armani lamentaba la dirección que ha tomado la moda, con precios altísimos y destinada a un mercado exclusivo. Y ayer volvió al mismo tema para subrayar la importancia ética de su colección, que, según sus propias palabras, pretende 'regresar a la dignidad y a la sobriedad del mundo obrero'. Interesante apuesta para quien ganó el año pasado 1.270 millones de euros vendiendo moda, especialmente a los jóvenes. El Grupo Armani superó los ingresos del año anterior en un 23% gracias, sobre todo, a las ventas de las líneas Emporio y Jeans.

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