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El mundo empresarial reacciona con frialdad

Ante la propuesta de José María Aznar a CiU, el mundo económico catalán ha respondido en una doble dirección: por un lado, las organizaciones empresariales son favorables por definición a la existencia de ministros catalanes en el Gobierno, sea cual sea el color político de éste; y, por el otro, consideran, de forma casi unánime que esta oferta concreta llega tarde y con la evidente finalidad de yugular la estrategia de los nacionalistas en Cataluña.

Aunque sin manifestarlo de forma oficial, éste es el argumento que defienden destacados miembros de la gran patronal catalana, Fomento del Trabajo, presidida por Joan Rosell. Aunque la cúpula de la patronal tiene una posición muy cercana al Gobierno, y en especial al vicepresidente económico, Rodrigo Rato, Rosell trata de mantener una posición equidistante entre Jordi Pujol y José María Aznar. Por su parte, algunos dirigentes de gremios y de organizaciones territoriales integrados en Fomento están a favor de una hipotética coalición, pero en condiciones. Así, significados miembros de la Cecot del Vallès y de otras asociaciones de la misma comarca piensan que la presencia de ministros catalanes en Madrid resultaría positiva, aunque no a cualquier precio.

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Del mismo modo, y amparados en el anonimato, otros dirigentes sectoriales de la metalurgia y el sector farmaceútico consideran que la mejor forma de 'influir es estar en el poder'.

A título individual, algunos empresarios representativos del plenario de la Cámara de Comercio de Barcelona consideran que la idea del Gobierno de coalición sería una buena solución para Cataluña, tanto si CiU entra en un gabinete del PP como en uno futuro del PSOE. Los encuestados recuerdan que la Cámara de Comercio, unida a otras entidades -el Círculo de Economía, el Real Automóvil Club y Fomento del Trabajo-, formó un grupo de presión para exigir a las administraciones el cumplimiento de las inversiones en infraestructuras, como el aeropuerto de El Prat o las conexiones del AVE. También expresan de forma bastante coincidente la idea de que desde el Gobierno central se pueden defender los intereses de Cataluña siempre que los ministros catalanes sean capaces de impedir la involución autonómica.

Estos argumentos de miembros del plenario de la Cámarade Comercio se complementan con las versiones recogidas entre los socios del Círculo de Economía. Con mayor o menos entusiasmo, estos últimos mantienen que la respuesta inicial de CiU a la oferta de Aznar fue desconcertante y mostró que la iniciativa del Gobierno había cogido desprevenido al Ejecutivo catalán. Pero admiten que resultaría difícil para CiU estar en un Gobierno con un diseño centralista de España.

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