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El tribunal islámico aplaza la lapidación de la mujer nigeriana

Safiya Husaini, la madre de cinco hijos acusada de adulterio en Nigeria, tendrá que esperar hasta el 18 de marzo para saber si es condenada a morir lapidada. Los jueces del tribunal de apelación de Sokoto, uno de los Estados del norte que introdujeron la sharia (ley islámica) en 1999, aplazaron ayer la vista ante la presentación de nuevas evidencias por parte de la defensa, que ahora asegura que el quinto hijo de Safiya pertenece al ex marido y no fue producto de una violación.

Abdulkadir Imam, director de la defensa, sostiene que la primera versión se presentó sin que la acusada estuviera legalmente representada. 'En ese momento [en octubre, durante el juicio oral], ella no entendió la naturaleza y las consecuencias de las acusaciones y tampoco comprendió las preguntas efectuadas por la acusación'.

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La defensa exige que se investigue esta nueva versión. Además, el abogado de Safiya afirma que la aprobación de la Ley Islámica en Sokoto, por la que se la juzga, es posterior al supuesto delito.

El caso de Safiya, de 33 años, ha despertado un amplio movimiento de solidaridad y de protesta internacional, que ha colocado a Nigeria en el centro de la polémica. El Parlamento Europeo envió una carta, firmada por 77 de sus diputados, al presidente Olesegun Obasanjo para que impida una sentencia que tildan de 'salvaje, bárbara y cruel'.

La lapidación (apedrear en público a una mujer hasta su muerte), frecuente en países como Afganistán, fue introducida en Nigeria hace tres años, como consecuencia de la implantación de la sharia en los Estados de mayoría musulmana. Aunque bajo esa ley se han cortado las manos de numerosos ladrones, aún no se ha apedreado a nadie por adulterio. Safiya podría ser la primera.

Varios son los políticos locales que vieron entonces la mano de Arabia Saudí, gran financiador de los movimientos islámicos en África, en el empeño de un tercio de los 36 Estados de Nigeria en la introducción de una ley que rompe el equilibrio religioso del país. Safiya es, a su juicio, parte de una politización con la que algunos radicales islámicos cuestionan la unidad nacional de Nigeria.

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