Antenas de telefonía: el miedo que provoca un vecino invisible
La legislación no disipa el temor ciudadano a la contaminación electromagnética
En pocos años, y en todo el país, se han levantado alrededor de 22.000 antenas de telefonía móvil, muchas de ellas situadas en los cascos urbanos de las ciudades. Las emisiones radioeléctricas de estas infraestructuras vienen a sumarse a otras muchas fuentes que también originan campos electromagnéticos, como líneas de alta tensión o electrodomésticos, un tipo de contaminación invisible que hace tiempo inquieta a la comunidad científica por sus posibles repercusiones sanitarias.
A instancias del Ministerio de Sanidad y Consumo, un comité de expertos analizó el pasado año esta cuestión, aconsejando que se regularan todo tipo de emisiones radioeléctricas de acuerdo a las recomendaciones dictadas por la Unión Europea, ya que dentro de esos límites, pactados a escala comunitaria en 1999, no se habían demostrado efectos nocivos para la salud.
El dictamen de los expertos sirvió para desarrollar una nueva normativa que entró en vigor, como real decreto, a finales de pasado mes de septiembre. En el decreto se establecen límites de exposición del público a los campos electromagnéticos generados por las emisiones radioeléctricas, y se definen los mecanismos de seguimiento de estos niveles.
Aunque estas nuevas disposiciones trataban de neutralizar el creciente temor que en los ciudadanos genera este tipo de contaminación, lo cierto es que esta inquietud no se ha disipado. Así, la Asociación de Estudios Geobiológicos (www.gea-es.org/gea_home.html) ya ha anunciado la impugnación ante el Tribunal Supremo, del real decreto, ya que, a juicio de esta asociación, 'incorpora una escandalosa permisividad en lo que se refiere a los valores de seguridad'.
Idéntica tesis mantienen otros colectivos, como es el caso de la Asociación Sevillana de Afectados por Campos Electromagnéticos (asacem@hotmail.com), que defiende la obligación de alejar las antenas de telefonía móvil de las zonas habitadas, estableciendo una distancia de seguridad que oscilaría entre los 500 y 1.000 metros. Según ha denunciado esta asociación, 'la mitad de las 300 antenas instaladas en el casco urbano de Sevilla son ilegales, y la ordenanza municipal que se prepara no exigirá el cumplimiento, con carácter retroactivo, de la nueva normativa'.
Lo cierto es que el comité de expertos, y en lo que se refiere a niveles de exposición, lo único que aconsejó es que la normativa se ajustará a lo acordado por el Consejo de Ministros de Sanidad de la Unión Europea en 1999, como finalmente se hizo, pero los colectivos ciudadanos más sensibles reclaman que estos límites sean aún más restrictivos, tal y como aconsejan las más recientes resoluciones de la Conferencia Internacional sobre Emplazamiento de Emisoras de Telefonía Móvil, celebrada en Salzburgo en junio de 2001. Si se aplicaran estos últimos niveles habría que dividir por 4.500 el límite establecido en la legislación española sobre densidad de potencia.
Sin obligación
En cuanto a otras medidas de cautela, el comité de expertos consideró que 'debería evitarse que el haz de emisión directa de las antenas de telefonía afecte a espacios sensibles, como escuelas, centros de salud, hospitales o parques públicos', recomendación que en el real decreto se ha incorporado no como una obligación para las operadoras sino como un simple factor a tener en cuenta. A juicio de la Confederación de Asociaciones de Vecinos y Usuarios, 'el 95 % de las antenas están mal ubicadas, y el decreto protege a las antenas de las personas y no a la inversa'.
Las repercusiones sanitarias de los campos electromagnéticos reúnen, dentro de la comunidad científica, más incertidumbres que certezas.
Así las cosas, pocos son los especialistas que se atreven a certificar el efecto nocivo de estas emisiones pero tampoco abundan los que aseguren su inocuidad. Las operadoras de telefonía (www.infoantenas.com), por su parte, consideran que con las nuevas medidas se asegura la protección de los ciudadanos. Si se planteara, por ejemplo, sacar las antenas de los cascos urbanos, tanto las estaciones base como los propios teléfonos tendrían que emitir con mayor potencia, elevando los niveles radioeléctricos y empeorando la calidad del servicio.
Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
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