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El 'narco' liberado por la Audiencia no presentó riesgo de suicidio en prisión

El tratamiento dado por Instituciones Penitenciarias a Carlos el Negro contradice a los jueces

Carlos Ruiz Santamaría, Carlos el Negro, el narcotraficante fugado que ha dejado a tres magistrados de la Audiencia Nacional frente a una querella por prevaricación tras haber autorizado su excarcelación por 'consideraciones humanitarias', ingresó en la prisión de Valdemoro y permaneció en ella 30 meses a la espera de juicio. Sin embargo, durante todo ese tiempo, Instituciones Penitenciarias no consideró necesario aplicarle el 'protocolo de suicidios', vigente en todas las cárceles para cuando se aprecian ciertas variables de riesgo en un interno. No obstante, el médico entendió que el encarcelamiento agravaba la dolencia maniaco-depresiva de El Negro.

El médico concluyó que el interno requería un régimen ambulatorio que evitara su gravedad
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Carlos Ruiz Santamaría, Carlos el Negro o Pelopincho, cargaba con tres teléfonos móviles y 590.000 pesetas cuando fue detenido por la policía el 4 de julio de 1999. Había llegado a España un año y medio antes y desde entonces había movido casi 52.000 kilos de cocaína valorados en el mercado clandestino en más de 300.000 millones de pesetas. Era el encargado de coordinar y supervisar el traslado de la droga desde alta mar hasta las costas gallegas y su posterior distribución por España y el Reino Unido. Le pagaba una organización de narcotraficantes con sede en Colombia cuyo negocio en España embarrancó a raíz de la operación dirigida por el juez Baltasar Garzón. Aquel 4 de julio de 1999, agentes de aduanas abortaron el desembarco de 329 fardos que ocultaban 6.540 kilos de cocaína adquiridos en Bolivia y Perú, tratados en Colombia y transportados desde Panamá por el buque Tammasare.

La operación antidroga desencadenó una serie de urgentes actuaciones contra los supuestos dueños de la mercancía requisada, que fueron encarcelados.

Carlos el Negro ingresó en la prisión de Valdemoro y permaneció en ella 30 meses a la espera de juicio. Durante todo ese tiempo, Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, no consideró la necesidad de aplicar al recluso el 'protocolo de suicidios', vigente en todas las cárceles para cuando se aprecian ciertas variables de riesgo en el interno.

En el 90% de los casos, según explica un portavoz de Instituciones Penitenciarias, se trata de personas que han cometido delitos muy graves de gran repercusión social, como agresiones sexuales u homicidios, y que se vienen abajo al ingresar en la cárcel, por lo que se toman todas las cautelas precisas para evitar su suicidio y se le somete a un tratamiento médico determinado. No fue el caso de El Negro.

En noviembre del año pasado le examinó el médico psiquiatra de la cárcel de Valdemoro para redactar un informe por encargo de la sección cuarta de la Audiencia Nacional, que tramitaba así un recurso de súplica presentado por el abogado del narcotraficante reclamando su excarcelación.

El diagnóstico médico apuntaba que Carlos Ruiz Santamaría padecía una psicosis maniaco-depresiva, un trastorno del estado de ánimo que 'suele comenzar en la adolescencia'. Pelopincho pasaba 'fácilmente' del 'humor eufórico a la irritación'. El médico recuerda en su informe que se le trató en la cárcel con antidepresivos (Prozac 20, Anafranil) y neurolépticos (Lagarcil y Halopenisol).

En algunas fases de este tratamiento, los síntomas desaparecieron por completo. Cuando le vio por última vez, el psiquiatra apreció en Carlos el Negro una fase mixta, 'con una mezcla de síntomas de manía y depresión', con sentimientos de grave desesperación y tristeza vital. La conclusión que sacó el médico fue que el encarcelamiento agravaba la dolencia y que el interno necesitaba un tratamiento ambulatorio para evitar que su enfermedad se complicase y le llevase al suicidio.

Aquella posibilidad fue determinante para que los jueces de la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional considerasen, por primera vez, el recurso del abogado y aprobasen la excarcelación del narcotraficante, atendiendo a 'consideraciones humanitarias y a que la enfermedad aparece como elemento neutralizador del riesgo de fuga'. El presidente de la Audiencia Nacional, Carlos Dívar, reforzó esta tesis con su declaración ante un grupo de periodistas: 'Particularmente, creo que los magistrados actuaron de buena fe, es decir, en la creencia de que querían, en aquel momento, salvar una situación, como podía ser la posibilidad de un suicidio, y evitarlo'.

A las cinco de la tarde del 22 de diciembre de 2001, Carlos Ruiz Santamaría salía de la cárcel de Valdemoro. Quedaban 23 días para su juicio en la Audiencia Nacional. La fiscal antidroga pedía para él 60 años de cárcel y 69.000 millones de pesetas de multa.

El 26 de diciembre, Carlos el Negro hacía la compra con su mujer, embarazada de nueve meses, en un hipermercado situado al este de Madrid cuando recibió una llamada en su móvil. Su esposa, que ha contado esta versión a la policía, no le ha vuelto a ver.

El efecto neutralizador de su enfermedad, su trastorno del estado de ánimo, sus manías y depresiones, sus sentimientos de grave desesperación y tristeza vital, no evitaron el riesgo de fuga y dejaron a los tres magistrados frente a una querella por prevaricación que les puede apartar de la carrera judicial por algún tiempo en el caso de que sea admitida a trámite por una sala especial del Tribunal Supremo.

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