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AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA
Columna
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El FMI en Argentina, ¿severo o indulgente?

Joaquín Estefanía

LOS MÁXIMOS RESPONSABLES del Fondo Monetario Internacional (FMI) han decidido ser discretos por el momento ante la suspensión de pagos de Argentina, país que en los últimos tiempos había sido uno de sus principales clientes y al que en la década de los noventa aplaudieron por su política económica y dieron la calificación de sobresaliente cuando implantó su caja de convertibilidad fija de un dólar igual a un peso. Tiempos felices en las ortodoxas relaciones entre el país latinoamericano y el organismo intergubernamental.

La pasada semana, el director gerente del FMI, el alemán Horst Köhler, hizo unas declaraciones de perfil bajo en las que atribuía la crisis argentina a factores exclusivamente internos: 'Las raíces del problema son domésticas', dijo. 'Lo que Argentina necesita en este momento es crecimiento, y el crecimiento exige ahorros, inversión y un sistema bancario que funcione. Aunque los problemas sociales no se pueden pasar por alto, hay que reconocer que sin dolor no se saldrá de la crisis'.

¿Por qué EE UU puede aplicar políticas fiscales expansivas y por qué se demanda a Japón el mismo tipo de alegrías para combatir la crisis, mientras que a los países emergentes se les añade recesión a la recesión?

De las palabras de Köhler se desprende una premonición y una autocrítica. El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz advirtió previamente que el FMI intentaría desviar por todos los medios su papel en la crisis: 'Habrá acusaciones de corrupción y se dirá que Argentina no adoptó las medidas necesarias. Por supuesto, el país necesitaba llevar a cabo otras reformas, pero seguir el consejo del FMI de aplicar políticas de ajuste del gasto sólo empeoró las cosas'. La autocrítica tiene que ver con la política del FMI en Argentina: con el mismo dogmatismo que en 1997 en Asia, el organismo propuso como receta para salir de la crisis el equilibrio de las cuentas públicas (el famoso déficit cero) en un país que llevaba cuatro años en recesión y que sólo recauda impuestos por valor del 15% o el 17% del PIB. Lo que conlleva una espectacular caída del gasto público, imposible de sobrellevar en una sociedad democrática sin graves estallidos sociales. La recomendación era entonces el rigor mortis y hoy parece ser, paradoja de las paradojas, el crecimiento.

¿Cómo se manejará el FMI en las futuras negociaciones con el Gobierno de Duhalde? ¿Repetirá el error de añadir recesión a la recesión como ya ocurrió en la crisis financiera de 1997 y 1998? El Fondo reitera sistemáticamente la misma política de talla única: conceder las ayudas necesarias para que los países en dificultades recuperen liquidez y salgan de la recesión (lo que significa la legitimidad para atraer de nuevo a la inversión extranjera) requiere el desarrollo de políticas monetarias y fiscales de mucha severidad. Pero ¿por qué Estados Unidos, principal socio financiero del FMI, desarrolla políticas fiscales expansivas cuando entra en recesión como ocurre ahora? ¿Por qué presiona a Japón para que también acuda a este tipo de alegrías y, sin embargo, cuando se trata de países emergentes, menos capaces de soportar socialmente una crisis, insiste en las políticas de austeridad?

La crisis argentina ha planteado, lateralmente, el debate sobre los sistemas de cambios fijos, que anclan las monedas nacionales a una divisa fuerte de referencia, principalmente el dólar norteamericano. ¿Qué ocurre cuando una moneda nacional se mantiene fuerte -porque se revaloriza el dólar- mientras se devalúan las de los países rivales en el comercio? Que la economía del país en cuestión se desangra. Hong Kong es la última de las economías grandes, destruida Argentina, que mantiene un sistema de convertibilidad rígido. Y aunque sus condiciones económicas son radicalmente diferentes (por ejemplo, no tiene deuda externa y posee la cuarta mayor reserva de divisas del mundo), algunos expertos no excluyen un aumento de los riesgos, incluyendo un yen debilitado y señales de que el crecimiento apoteósico de China se enfría.

¿Llegará el día en que se recuerde a Hong Kong que también hubo de soltar amarras monetarias?

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