_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Obediencia civil

Gentes supuestamente razonables dicen que el Gobierno Vasco, con su advertencia al Gobierno Central de que no va pagar todo el cupo exigido, está incitando a la población a la desobediencia civil; está dando mal ejemplo. A la vista de que el Gobierno Vasco se niega a pagar, los contribuyentes seguirán su ejemplo y no pagarán sus impuestos. Así, insisten estos defensores del orden fiscal, la posición del Gobierno vasco es peligrosa; el personal esta buscando excusas para no pagar sus impuestos, y el Gobierno se las está dando

Estas exhortaciones están sin embargo construidas sobre una evidente confusión. En nuestro supuesto, la opción del Gobierno vasco nada tiene que ver con la desobediencia civil (en su aspecto fiscal), por lo que la misma no puede desencadenar procesos de desobediencia civil fiscal en la sociedad vasca. Probablemente por un problema conceptual: parece que un gobierno no puede liderar un proceso de desobediencia civil, dado que ésta se ejerce contra los gobiernos. Pero sobre todo por razón real: el Gobierno vasco no puede obedecer una orden fiscal sometida a Concierto y al tiempo emanada fuera de Concierto y en contra del mismo.

Veamos cómo funciona este asunto de los convenios. Un convenio finaliza sin acuerdo de establecer nuevo convenio. Frente a esta situación, o cada parte se va a su casa o prorrogan automáticamente el convenio. Esta es la decisión tomada por el Gobierno central. Resulta muy dudosa la validez de una prorroga unilateral. Pero no existe ninguna duda sobre la radical arbitrariedad de imponer un nuevo convenio, es decir de establecer nuevas cantidades a pagar no derivadas de la prórroga automática del viejo convenio. Imaginemos un convenio de compraventa. El vendedor se compromete a entregar un piso antes de un plazo y previo pago de un dinero. Finalizado el plazo, no hay piso y en consecuencia no se paga. El comprador le dice que se acabó el contrato. Y el vendedor le contesta que no; que el contrato se prorroga y que además le tiene que pagar un 25% mas. Conclusión, mucha cara

Muy parecido a lo del Concierto. Se puede alegar que lo del piso se refiere a relaciones privadas entre iguales y que en el Concierto las relaciones son público-administrativas, regidas por principios de jerarquía y unilateralidad. Pues no. Porque entre gobiernos también pueden darse relaciones de convenio y pacto. A no ser que se piense que lo de llamarlo Concierto es para despistar; que no hay concierto que valga, sino cadena de mando normativa, con el Gobierno central arriba y el Gobierno vasco debajo

No hay desobediencia civil. La desobediencia civil es el rechazo a una norma legal, a una disposición legalmente establecida. Lo que en nuestro supuesto sería un nuevo concierto suscrito. Y, evidentemente, no es el caso.

Por eso, si determinados ciudadanos deciden no pagar sus impuesto -los impuestos legalmente establecidos- no es porque han decido emular una inexistente estrategia de desobediencia civil liderada por su gobierno, sino porque ellos, por su cuenta, han decidido iniciar un proceso de desobediencia civil (o por que tienen muy poca vergüenza). Para, en nuestro caso, poder justificarse diciendo que ellos se limitan a hacer lo que hace el Gobierno vasco, tendrían que encontrarse en una idéntica situación de ilegal arbitrariedad. Por ejemplo, que una mañana el correspondiente diputado general, al margen de toda norma, decidiese que todo el mundo tiene que pagar un 25% más de impuestos porque a él le da la gana.

No hay desobediencia civil gubernativa ni por tanto tiene porque existir el efecto mimético de desobediencia en los ciudadanos. A no ser que con el pretexto de que se trata de alertar, lo que de verdad se pretenda es dar ideas a los ciudadanos para que no paguen; así se desprestigia al Gobierno vasco... y así sucesivamente. Aunque la verdad se me hace muy difícil creer que existan mentes tan astutas y malévolas. Muy difícil.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_