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Expertos defienden implicar al vecindario para zanjar conflictos como el de Hontza

Recalcan que los centros para toxicómanos reducen los riesgos

El centro comunitario La Goutte d'Or de París y el SAPS (Servei de atenció i Prevenció Sociosanitaria per a drogodependents) de Barcelona atienden cada noche a drogodependientes sin techo, algo que Hontza comenzó a hacer en Bilbao hace casi un mes pese al boicoteo vecinal. Los fundadores de ambos centros, ya consolidados en sus comunidades pero que también han sufrido el rechazo de vecinos, abogaron ayer por 'el diálogo, la negociación y el pacto' para resolver este tipo de conflictos.

Lia Cavalcanti, sociopsicóloga y fundadora en 1985 del centro parisino, el primero creado en Europa para atender por las noches a toxicómanos desarraigados, y Jordi Dales, médico internista y fundador en 1993 del centro barcelonés, uno de los más antiguos de España y que gestiona Cruz Roja, fueron los ponentes estelares de la jornada organizada por la dirección vasca de Drogodependencias para dar a conocer experiencias similares a Hontza consolidadas y exitosas.

Cavalcanti aseguró, en conferencia de prensa, que en los casos que ella conoce, el fin de las protestas vecinales contra estos centros para drogodependientes se logro con negociaciones en las que todos los afectados expusieron sus intereses y preocupaciones. Quince años después, incluso los comerciantes de la zona se han involucrado en el inicialmente polémico proyecto.

El SAPS de Barcelona, ubicado en el barrio de El Raval y creado a instancias de las instituciones, tampoco se libró de la contestación social. Dales explicó que la solución será 'probablemente un tema de diálogo, de pactar, de negociar' y añadió que 'si no se involucra a los vecinos en un seguimiento monitorizado, probablemente no se avance nada'.

En el caso de Hontza, tanto Cáritas, que lo gestiona, como el Ayuntamiento de Bilbao, que lo subvenciona parcialmente, han negociado con representantes de los vecinos. Aunque la Iglesia y el consistorio accedieron a reubicar el centro en un año, limitar el horario de entrada, reducir la cantidad máxima de usuarios y les ofrecieron estar en una comisión mixta de seguimiento, las concentraciones diarias de protesta persisten. Los usuarios, los voluntarios que les acompañan y los trabajadores tienen que entrar protegidos por la Ertzaintza.

Cavalcanti recalcó que estos centros asistenciales para drogodependientes 'reducen la marginalidad, la delincuencia y las enfermedades asociadas a estos colectivos en sus zonas de influencia'. Los promotores de estos centros de París y Barcelona abogaron porque estos locales se abran 'donde está el problema'.

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El médico Dales, que trabaja en un hospital barcelonés y un par de noches a la semana pasa consulta en el SAPS, aseguró que si no por 'altruismo o justicia social' los vecindarios deberían respaldar estos centros por interés propio: 'Aunque sólo sea para salvaguardarse de las enfermedades infecciosas' asociadas a la drogadicción y la marginalidad'. Dales aseguró que muchos de los usuarios de estos años han logrado incorporarse a los cauces ordinarios de atención sociosanitaria.

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