El Rey y la sociedad

El tradicional mensaje navideño del Rey ha coincidido este año con una dolorosa circunstancia en el seno de su familia: la grave y repentina dolencia del duque de Lugo, Jaime de Marichalar, esposo de la infanta Elena, afectado de una isquemia cerebral seguida de una hemiplejía parcial de la que sigue convaleciente. La inesperada desgracia que ha golpeado a la familia real podría tener efectos, aunque se trate de una cadena de hipótesis nada deseables y muy poco probables, sobre la sucesión del Monarca en caso de que faltase el príncipe Felipe, ya que la infanta Elena es la segunda en el escalafón real, y sus hijos son el tercero y cuarto en la línea de prelación, con lo que el duque podría tener hipotéticamente un papel como consorte o regente.

Quizá esta circunstancia haya hecho que los ciudadanos se hayan sentido especialmente cerca de la persona del rey Juan Carlos, y hayan conectado mejor que otros años con los contenidos de su mensaje. Los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington no podían dejar de ser la parte central de ese mensaje. El Monarca ha calibrado la trascendencia de aquella fecha, que ha abierto 'una nueva etapa en la historia del mundo' y que 'ha trastocado muchos de los presupuestos sobre los que basábamos el modo de vida de nuestras sociedades y el modelo de relaciones internacionales vigente'.

Los atentados del 11 de septiembre han provocado una fuerte reacción por parte de la comunidad internacional frente a quienes creen que la violencia y el terror son instrumentos válidos para imponer sus ideas y para ahogar la libertad de quienes no las comparten. El Rey ha expresado su esperanza de que a partir de ahora haya un entendimiento más cabal del peligro que representa el terrorismo y que se refuercen los mecanismos de cooperación internacional para combatir a quienes lo practican, apoyan y encubren. Justamente en el año en que se ha cumplido el 25º aniversario de su reinado, el rey Juan Carlos ha debido referirse una vez más al balance dejado por el terrorismo de ETA, que 'ha seguido estérilmente sembrando de sangre nuestra geografía y llenando de sufrimiento a muchas familas'. De nuevo ha reconocido la deuda de gratitud que la sociedad tiene contraída con las víctimas del terrorismo.

El hecho de que el próximo 1 de enero entre en vigor el euro, y que España asuma la presidencia semestral de la Unión Europea, ha dado ocasión a don Juan Carlos para esperar que nuestro país refuerce su papel activo en la construcción de la unidad política y económica europea y haga avanzar los valores comunes de esta zona del mundo. El Rey reconoce que España ha seguido disfrutando el año que acaba de 'un alto grado de prosperidad y estabilidad', pero no oculta que tan importante como el progreso económico es 'mantener y consolidar un amplio espíritu de consenso sobre los principios democráticos que rigen nuestra convivencia'. Tampoco se le oculta la importancia que ha adquirido en la sociedad española el fenómeno de la inmigración, uno de los grandes asuntos de nuestra época. España, un país emigrante hasta no hace mucho tiempo y que conoce en carne propia los sinsabores de ir a buscar trabajo a otros países, no puede dejar de dar, a juicio del Monarca, una respuesta solidaria al desafío de una inmigración creciente y, en ocasiones, descontrolada.