El sector citrícola español reclama indemnizaciones de EE UU por el veto

El presidente de la interprofesional Intercitrus, Cirilo Arnandis, pidió el lunes al Gobierno español una respuesta 'enérgica' en la línea de exigir a Estados Unidos indemnizaciones por los daños económicos y de imagen que han ocasionado al sector con el veto a la clementina. El presidente de Intercitrus recordó, por ejemplo, que el desvío de los ocho barcos a destinos alternativos acarrea bajadas de precios y costes añadidos que supondrán que el exportador no obtenga finalmente más del 20% del coste del producto. Arnandis dijo que cada día se hace más evidente que la prohibición de entrada a la fruta española es una barrera comercial disfrazada de problema fitosanitario y pidió una respuesta 'a nivel de estado' que solucione esta 'persecución'. Una situación que se confirma también tras la vuelta de la delegación española de EE UU. Los inspectores españoles, según fuentes del sector, no han encontrado ninguna prueba de la detección de ninguna larva viva en piezas de fruta española.

En la misma línea se expresaron los responsables de la Unió de Llauradors, Joan Brusca, y de la Asociación Valenciana de Agricultures (AVA), Cristóbal Aguado, que consideran que Estados Unidos debe compensar a los productores citrícolas españoles.

Pero comerciantes y productores no son los únicos afectados más directos de esta situación, que amenaza con salpicar a todo el sector y a otros mercados. El director de operaciones de LGS, una de las firmas importadoras de clementinas españolas y que tiene el 70% de su negocio en la comercialización de esta fruta, Javier Arnal, criticó el lunes la actuación de EE UU en esta crisis, que atribuyó también a la presión de los productores de Florida y California. El departamento de Agricultura de este país, dijo, 'no ha sido tan restrictivo cuando ha habido problemas similares al de los cítricos con otros productos'. Arnal habría entendido una prohibición en las zonas afectadas pero criticó el veto general y la negativa a admitir la fruta que ya estaba en el mercado o en camino.