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Los sindicatos temen que la crisis del porcino provoque despidos de emigrantes

El consejero Grau cree que todavía pueden aparecer nuevos brotes

Miquel Noguer

Corren malos tiempos para la industria de la carne. La reaparición de la peste porcina en Osona ha hecho que Bruselas prohíba el movimiento de ganado en la zona y ha cerrado temporalmente dos de los principales mataderos de la comarca: Esfosa y Le Porc Gourmet. Esta decisión ha puesto en alerta a los sindicatos, que temen despidos masivos de los trabajadores temporales, sobretodo inmigrantes, muy numerosos en los mataderos. El consejero de Agricultura, Josep Grau, afirmó ayer que aún pueden aparecer más brotes.

Una crisis prolongada en el sector agroalimentario como la que podría causar la peste porcina clásica sería funesta para la economía de Osona. Más del 20% de los 120.000 habitantes de esta comarca viven directamente del sector agroalimentario. Las granjas, mataderos, salas de despiece y empresas de transformación de carne y de producción de embutidos han crecido espectacularmente los últimos años y han ayudado a que el índice de paro sea de poco más del 5%. Pero la falta de mano de obra local y la dureza de las tareas propias de los mataderos y salas de despiece han hecho que miles de inmigrantes se hayan instalado en la plana de Vic con el objetivo de trabajar en esta floreciente industria.

Pero todo esto peligra. Los sindicatos temen que el parón que puede experimentar los próximos meses la industria cárnica sea aprovechado por los empresarios para despedir a centenares de trabajadores o no renovar los contratos temporales.

El secretario general de Comisiones Obreras, Climent Pujol, recuerda que la industria cárnica, con grandes oscilaciones de producción, se sirve mucho de las empresas de trabajo temporal y de los contratos de corta duración para abastecerse de mano de obra. 'De momento no tenemos constancia de despidos', afirma Pujol, 'aunque dada la poca transparencia de estas empresas, será dificil conocer si se realmente se producen'.

Los colectivos más frágiles ante la posible recesión son los inmigrantes subsaharianos y magrebíes que trabajan en las cámaras frigoríficas y en los puestos más duros. Muchos tienen contratos de sólo un mes de duración y los sindicatos han detectado numerosos casos de contratación ilegal. Comisiones Obreras ha denunciado los últimos meses a 14 empresas que empleaban trabajadores sin contrato. 'Hay casos de mataderos que sólo tenían seis trabajadores contratados y donde en realidad trabajaban varias decenas', afirma Pujol.

El matadero Esfosa, situado en el municipio de Vic mata cada día unos 8.000 cerdos, lo que lo sitúa entre los más grandes de España. El segundo matadero que ha tenido que cerrar, Le Porc Gourmet, sacrifica otros 2.500 animales cada día. Además de matar los cerdos de la cabaña de la comarca, que asciende a 1,4 millones de animales, sacrifican ganado de granjas de toda España. El tráfico de camiones que origina esta actividad y el miedo a que ello extienda la peste es lo que ha motivado su cierre temporal. La orden de no matar cerdos será vigente, almenos hasta el próximo viernes.

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Pero no sólo los trabajadores de los mataderos temen la crisis. Los ganaderos ya la están notado en su propia piel. Xavier Toneu, representante del sector pocino de Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya en Osona, cree que la peste hace peligrar el sistema productivo tradicional . A diferencia de la zona de Lleida, donde la mayor parte de los ganaderos se han convertido en empleados de las grandes empresas de crianza y engorde de cerdos, en la plana de Vic, resisten numerosos payeses que crían cerdos por su cuenta o en pequeñas cooperativas.

Fuentes del sector afirman que el 92% de la cabaña porcina está en manos de los pequeños y medianos productores. O lo que es lo mismo, en granjas de menos de 3.000 cerdos. Estas explotaciones se pueden gestionar con sólo dos o tres personas, lo que las convierte en granjas familiares cuyo rendimiento permite a los jóvenes quedarse en el campo.

Antoni Tona, propietario de La Parruca de Calldetenes, una de las tres granjas donde se detectó la peste, teme no poderse recuperar. 'Cuando tienes que sacrificar 1.200 animales de golpe el mundo se hunde a tus pies'. Tona es uno de estos ganaderos que mantenía el sistema productivo tradicional: no sólo engordaba cerdos, sino que también tenía cerdas madres para no tener que comprar los lechones en el extranjero, una de las vías de entrada de la peste porcina. Ahora tendrá que comprarlos donde sea. Pero Tona quiere comenzar de nuevo: 'Sólo espero que la Generalitat no tarde mucho tiempo en pagar las ayudas. Ya estamos suficientemente tocados'.

¿Quién gana con la crisis?

La peste porcina clásica es conocida en el sector como 'una enfermedad económica'. Las últimas veces que ha aparecido lo ha hecho cuando el cerdo se cotizaba a precios excepcionalmente altos y los grandes mataderos no estaban dispuestos a pagarlos. Los responsables de Unió de Pagesos se lamentan que con la peste 'siempre hay quien sale ganando'. Este es el caso de las grandes empresas de engorde de ganado, las llamadas integradoras. Dichas empresas tienen granjas en todas partes y, aunque tengan que sacrificar los cerdos de una explotación por la peste, ganarán dinero cuando puedan vender los animales sanos de las otras granjas a precios superiores a los habituales. Los perjudicados serán, una vez más, los pequeños ganaderos que sólo tienen una granja.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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