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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La crisis argentina

La increíble crisis argentina deja una enseñanza que es importante que los gobiernos extranjeros entiendan blen.

Para decirlo rápidamente, sucedió que un estatismo voraz, incapaz de autofinanciarse, recurrió a préstamos de organismos multiestatales u otros gobiernos (incluido el español). Así, hoy tiene una deuda impagable que pretende que paguemos los ciudadanos, por vía impositiva o, directamente, confiscando nuestros ahorros, provocando la destrucción lisa y llana de gran parte del sector privado.

De no haber sido por los préstamos de Estados extranjeros, hoy el Estado argentino no tendría esta deuda y, consecuentemente, los ciudadanos no estaríamos soportando la coacción estatal intentando pagar con nuestros recursos.- Alejandro A. Tagliavini. Buenos Aires, Argentina.

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No puedo disimular la angustia que me producen las noticias provenientes de mi país. No puedo entender un presidente tan inepto. No puedo olvidar a los responsables que con su nombre y apellido siguen dando vueltas en el poder y, para colmo, vanagloriándose por sentirse los gestores del subidón (o el principio de todo esto) económico. Igualmente habría que remontarse a lo largo de la historia, esto es consecuencia de tener un país tanrico gobernado por corruptos de todo tipo y clase social. Sólo quiero recordar a quienes nos dieron el último empujón hacia el caos. Seguramente recuerden al corruptísimo Carlos Menem, autor del vaciamiento del país y de derrochar dinero por doquier mientras la ingenuidad y el hambre se potenciaban en nuestro país. Y por último, al pobre dos veces ex ministro de Economía Domingo Cavallo, quien es el nexo entre los intereses del exterior y los negocios destructivos que se producían en nuestro territorio y que no pudo salvarnos esta vez con sus políticas económicas a corto plazo y profinancieras. Espero que entre los agredidos en estas últimas horas y las que vienen no sean gente que sufre hambre y la falta de trabajo, sino estos usurpadores de turno, porque, lamentablemente, ninguna ley los 'quiere' sancionar por producir hambre en el pueblo y por enriquecerse con alevosía. Es hora de dar el ejemplo juzgándolos y de esta forma empezar a construir una nueva Argentina, con otra cabeza y, sobre todo, provista de manos solidarias y honestas.- Agustín López. Alcalá de Henares, Madrid.

No sé todavía el motivo que me impulsa a enviarle estos breves párrafos. He abierto vuestra página en el periódico digital y -por supuesto- he encontrado la referencia obligada a cuanto pasa en mi país, Argentina.

Mucho apreciaría que adopten una postura objetiva para 'leer' y entender cuál es la realidad que nos agobia.

No es cierto que todas estas personas que han abordado los supermarkets para hacerse de alimentos (y otros artículos de difícil digestión, como teclados de computadoras o termotanques...) lo hayan hecho de manera espontánea.

Justifico plenamente esta explosión popular que está sucediendo aquí, por cuanto es directo resultado de políticos ineptos, de coyunturas económicas terribles, que han minado nuestras reservas materiales y humanas.

Justifico plenamente el grito desaforado de la gente que ha salido a la calle como nunca en la historia reciente de mi patria para demostrar que éste es un pueblo muy sumiso, paciente y agradecido de todo lo que Dios ha puesto sobre esta tierra. Pero la negligencia de nuestros dirigentes (en los que incluyo a toda esa élite: políticos, gremialistas y empresarios), sumada a nuestra pasividad enfermiza, nos ha llevado a este estado insoportable de cosas.

Les pido que se informen y que -a su vez- le informen a vuestro pueblo de que aquí somos gente de trabajo, que deseamos salir de esta trampa internacional que llaman globalización, tra-ba-jan-do... Que ya comprendimos claramente cuáles han sido nuestros errores a lo largo de las últimas cinco décadas. Y que buscamos casi con desesperación nuestra identidad de país, nuestra firmeza de república, y un futuro para nuestros sucesores.

Desde el fondo de mi angustia como argentino, me permito llegar con esta carta y saludarles muy cordialmente.- Jorge René Ángel. Bahía Blanca, Argentina.

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