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Reportaje:

Luz sobre las sombras de la Guerra de Sucesión

Un libro del historiador Joaquim Albareda sitúa el conflicto entre Austrias y Borbones en el contexto europeo

La Guerra de Sucesión española, que acabó con la entrada de las tropas de Felipe V en Barcelona el 11 de septiembre de 1714, esconde una lucha entre las dos vías hacia el Estado moderno: el absolutismo y el parlamentarismo. Ésta es la tesis de Catalunya en un conflicte europeu. Felip V i la pèrdua de les llibertats catalanes (1700-1714), del historiador Joaquim Albareda (Manlleu, 1957). El libro, editado por la Generalitat y Edicions 62, fue presentado anteayer en Cardona, uno de los últimos focos de lucha en la contienda.

Catalunya en un conflicte europeu niega la interpretación que explica la guerra desde el punto de vista dinástico y los discursos que sitúan los orígenes de la modernidad en el absolutismo, e incluye dos ejes temáticos complementarios. Uno explica que los ingleses empujaron a los catalanes a la guerra en 1705 y que ésta terminó virtualmente en 1713, 'cuando las potencias se pusieron de acuerdo' tras el 'pacto secreto de 1710 entre Inglaterra y Francia'. El otro subraya la falta de unanimidad de la causa austracista (la de los partidarios del archiduque Carlos de Austria) en la sociedad catalana y revisa los tópicos de la historiografía romántica catalana negando que la guerra tuviera tintes separatistas. Parafraseando con cierta sorna el polémico 'patriotismo constitucional' de la ponencia que prepara el ministro Piqué para el próximo congreso del Partido Popular, Albareda dice que 'el patriotismo catalán estaba fundamentado en las constituciones anteriores'.

'La guerra es más compleja de como la explica la historiografía española, que la entiende desde un punto de vista de confrontación dinástica', expone Albareda. Con Ernest Lluch, el historiador explica la contienda como 'una lucha entre dos percepciones: la austracista, que defendía el constitucionalismo que existía anteriormente en la Corona de Aragón, y la absolutista'. Como recuerda el profesor de la Universidad Pompeu Fabra, dentro de la monarquía compuesta de los Austrias, 'en la Corona de Aragón funcionaba un pactismo que no tenía la Corona de Castilla'. En Aragón, los Austrias 'legislaban con las Cortes', un sistema que contenía 'una potencialidad democrática superior a la castellana'. En este sentido, Albareda apunta que las razones de los catalanes iban más allá de una elección de dinastía: 'El partido austracista quería mantener el orden preexistente y las leyes federales y fundamentales del Reino de España'.

Los catalanes tenían como referentes a Inglaterra y Holanda, donde imperaba una tradición pactista similar a la de la Corona de Aragón. 'Estos sistemas configuraron las grandes potencias del norte de Europa', afirma el autor. Con Pierre Vilar, subraya que las transformaciones económicas de Cataluña arrancan a finales del siglo XVII, precisamente por el trato comercial con Inglaterra y Holanda. Con éstos se estableció 'una afinidad de objetivos políticos, que no dinástica'. Albareda quiere desmentir así a 'los apologetas de los Borbones, que defienden que Cataluña prosperó económicamente gracias al Decreto de Nueva Planta: esto sería como defender que Cataluña prosperó económicamente gracias al franquismo'.

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