Sangre y caoba
MIGUEL BAYÓN | Madrid
El brasileño Paulo Adario, de 52 años, coordinador de Greenpeace para la campaña Amazonas, sabe que el color de la caoba es primo hermano del de la sangre. El pasado 2 de octubre en la sede de Greenpeace en Manaos se recibió el telefonazo seco de una voz femenina: 'Adario merece morir, y va a morir'.