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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Intimidación en Hontza

La mañana del miércoles día 5 de diciembre me encaminé con unos amigos al centro Hontza de Zamakola, aprovechando la jornada de puertas abiertas, con el interés de conocer el local y dar muestra de nuestro apoyo a sus trabajadores. Nos encontramos en sus puertas a un grupo de vecinos que se manifestaban con una pancarta con el lema 'No al centro de drogadicción' (en dicho centro está totalmente prohibido el consumo de drogas) y que nos recibió, sin mediar palabra, y con caras realmente de odio y toda una sarta de insultos e improperios.

Uno de mis compañeros respondió a los insultos llamándoles fascistas, lo cual fue valorado por los ertzainas presentes en el lugar como una provocación por nuestra parte hacia los vecinos -los cuales tenían una parte de razón, según nos explicó el agente- y nos llamaron la atención. Dichos agentes nos comunicaron que cuando decidiésemos salir les avisáramos para hacernos un pasillo. De esta manera lo hicimos y, ya en la calle, fuimos de nuevo injuriados con insultos como 'hijos de puta', 'cabrones', 'moro', 'asesinos', etc. Decidí girarme y notificarle a un agente que una persona estaba cometiendo delito de injurias hacia mi persona, y cuál fue mi sorpresa cuando el ertzaina se dedicó a sacarme del lugar a empujones, diciéndome que me marche de allí.

Delante de dos de los agentes, un vecino amenazó a uno de los que estábamos allí diciéndole que se ha quedado con su cara y que si le pasa algo a su hijo, irá a por él. Los agentes niegan que esas palabras sean una amenaza y, por supuesto, tampoco han escuchado insultos, sino sólo gritos de 'fuera, fuera'.

Otro de mis compañeros no soportó los insultos y, por responder con la misma moneda, un agente le pidió la documentación y terminó denunciado por injurias a un vecino. Para completar esta gran actuación de la Ertzaintza, uno de los agentes nos comentó, sin venir a cuento, que él sabe de sobra que le odioamos y que jamás nos daría la espalda, lo cual sí podría hacer ante esos ancianos vecinos.

Ante estos hechos uno se queda con una gran mezcla de sensaciones (indignación, tristeza, preocupación, etc.), pero también con algunas preguntas: ¿el derecho a manifestarse significa tener derecho al insulto, a la intimidación y al amedrantamiento?; ¿para qué estaban los miembros de la Ertzaintza en el lugar, acaso eran unos manifestantes más?; ¿por qué en cuanto alguien es contrario al conservadurismo más reaccionario es tildado de asesino y un ertzaina no se atreve a darle la espalda?; y sobre todo, ¿cómo podemos hacer para tender puentes en situaciones como ésta? Mientras los vayamos construyendo yo seguiré diciendo 'bai Hontzari, hemen eta beste leku batzuetan'.

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