Arafat ofrece a Hamás la libertad de su líder a cambio de lealtad
Israel reanuda los bombardeos de los aviones F-16 sobre Gaza y causa 18 heridos
Representantes del Gobierno palestino y del movimiento integrista Hamás tratan de llegar a un pacto para poner fin a la crisis surgida en Cisjordania y Gaza, tras la oleada de detenciones de dirigentes y militantes fundamentalistas de los últimos días y que ha constituido el enfrentamiento más grave entre integristas y Yasir Arafat en los últimos años. El pacto contempla el posible levantamiento del arresto domiciliario del líder de Hamás, el jeque Ahmed Yasín, a cambio de que este movimiento anule la campaña de desobediencia civil a la Autoridad Palestina.
Un emisario del Gobierno de Arafat se entrevistó ayer en Gaza con dirigentes de Hamás con la intención de desactivar los enfrentamientos desencadenados hace tres días, cuando, tras una oleada de detenciones de islámistas, se decretó el arresto domiciliario del jeque Yasín, el líder espiritual de la organización.
La orden de arresto de Yasín ha puesto en pie de guerra a miles de militantes y simpatizantes de Hamás, que se encuentran de manera permanente en los alrededores del domicilio de su líder, en el campo de refugiados de Sabra, impidiendo el acceso a la casa de la policía palestina, que está apostada a poco menos de 300 metros. La tensión ha producido enfrentamientos esporádicos entre la policía y los integristas, causando hasta el momento una decena de heridos y un muerto.
Aunque Hamás mantiene la campaña de desobediencia civil contra la Autoridad Palestina, sus dirigentes, como prueba de buena voluntad, aconsejaron ayer a sus huestes mitigar las movilizaciones callejeras programadas para el mediodía, a la salida de las mezquitas, coincidiendo con el entierro de uno de sus militantes, Ahmed Akram Silmi, de 22 años, muerto por disparos de la policía palestina durante el asedio a la casa del jeque Yasín.
Pero las órdenes de Hamás no fueron cumplidas por los más radicales de la organización, que ayer, en los actos fúnebres por el militante, en la mezquita de Al Omari, en el centro de Gaza, lanzaron gritos contra el Gobierno israelí, pero también contra la Autoridad Palestina, al tiempo que agitaban pancartas contra 'los arrestos políticos de los muyahidín'. La ira de los militantes de Hamás llevó a muchos de ellos a enfrentarse con piedras a la policía de Arafat. Durante estos incidentes, una comisaría de policía palestina fue asediada por los manifestantes, obligando a las fuerzas de seguridad a disparar tiros al aire y lanzar bombas de gases lacrimógenos.
La situación, sin embargo, no ha hecho bajar la guardia de Arafat, que ha ordenado a su policía continuar con las detenciones de militantes de Hamás y Yihad Islámica, que se oponen al alto el fuego y preconizan seguir con la Intifada. Un portavoz del Gobierno palestino dijo ayer que en las últimas horas habían sido detenidos 17 líderes integristas de los 36 reclamados por Israel.
El desarrollo del conflicto interpalestino es observado con cierta preocupación por el Gobierno israelí, que, a pesar de lo cual, decidió ayer reanudar los bombardeos sobre los territorios autónomos. En la madrugada de ayer, tras una tregua de 48 horas, cazabombarderos F-16 volvieron a sobrevolar Gaza para destruir parcialmente el cuartel general de la policía palestina en la capital, provocando 18 heridos. Al tiempo, unidades de élite del Ejército israelí, protegidas por carros de combate, realizaron una incursión en el campo de refugiados de Jan Yunes, al sur de Gaza, para buscar a los responsables de los disparos de morteros contra un asentamiento.
Por su parte, el mediador norteamericano, Anthony Zinni, se reunió ayer con responsables de las fuerzas de seguridad israelíes y palestinas, en un nuevo esfuerzo por hacer rebajar la tensión. Durante la reunión, un portavoz de la policía de Israel acusó, una vez más, a los palestinos de falsear las cifras de detenidos y arrestar sólo a integristas de 'segunda categoría'.
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