Millones para la guerra santa
Una amplia red de asistencia social y religiosa, financiada por países islámicos, sirve de cantera de los terroristas de Hamás
El Movimiento de la Resistencia Islámica, Hamás, se ha convertido en los últimos meses en la punta de lanza de la Intifada palestina. Sus planteamientos radicales -'el todo o nada'- le han llevado a lanzar una oleada permanente de comandos suicidas contra Israel y a enfrentarse así al presidente Yasir Arafat, que trata de imponer en los territorios un alto el fuego.
Al borde del precipicio, este movimiento fundamentalista islámico cuenta con el apoyo incondicional de un ejército de desheredados, reclutados a través de una amplia red de organizaciones caritativas y sociales diseminadas por Cisjordania y Gaza y financiadas por todo el orbe islámico.
La Asociación Islámica del campo de refugiados de Jabalia, con cerca de 100.000 habitantes, en el centro de la franja de Gaza, es un verdadero supermercado de la caridad. Cerca de 600 familias peregrinan mensualmente a las puertas de la organización para recibir un salario que oscila entre los 100 o los 200 chekels (entre 5.000 y 10.000 pesetas), lo que representa, para empezar, un presupuesto anual de 420 millones de pesetas.
Pero además, esta asociación mantiene abiertos en el propio campo los únicos cinco jardines de infancia de la zona, a los que suelen acudir más de 800 niños; un centro de primeros auxilios, y, cómo no, un número indeterminado de mezquitas, en las que está asegurado el sueldo del imam y de su ayudante. Y por si todo esto no fuera suficiente, reparte periódicamente entre su parroquia otro tipo de ayudas heterogéneas, que van desde mochilas para el colegio, con los respectivos libros al principio de curso, millares de lotes de pasteles y dátiles para la ruptura del ayuno durante el Ramadán, mantas o productos alimenticios.
'Hoy vamos a distribuir pantalones. Un comerciante del textil de Gaza nos ha telefoneado y nos ha anunciado que nos envía una remesa de prendas de vestir que le sobran de sus almacenes', comenta Naser Abusaida, de 35 años, profesor de historia, taxista en paro y reciclado como gerente de esta empresa de caridad.
Vínculos poco claros
Los vínculos de la Asociación Islámica con el mundo de Hamás no son evidentes. No hay ningún cartel o escritura que lo certifique, salvo el respeto hacia su jefe espiritual, Ahmed Yasín, y el dato, no revelado, según el cual los protegidos de honor de la organización son los huérfanos de la Intifada y, sobre todo, los familiares de los comandos suicidas, que, como las de Ibrahim al Aragh y Yihad al Masri, de 23 y 17, años respectivamente, murieron el pasado 2 de diciembre cuando atacaron el asentamiento judío de Ali Sinai para matar a un colono. La organización se ha comprometido a proteger a sus parientes cercanos para el resto de sus vidas; así se pactó tácitamente entre Hamás y los shuadas o mártires.
Todo este mundo se encuentra financiado con las ayudas que llegan puntualmente del mundo islámico; Qatar, Arabia Saudí, Jordania, Emiratos Árabes Unidos. Pero también de las filas de la emigración en Austria, Reino Unido y Estados Unidos, sin olvidar las aportaciones de la comunidad islámica israelí.
Las autoridades palestinas cerraron en dos ocasiones las oficinas de la Asociación Islámica (cuatro habitaciones, una docena de sillas, una sala de plegarias y un ordenador en fase de desecho) en 1994 y 1996, cuando, bajo las presiones de Israel y de Estados Unidos ejercidas a raíz de una serie de atentados suicidas, Arafat se vio obligado a detener a numerosos dirigentes y militantes fundamentalistas.
'Ahora puede volver a pasar lo mismo. Pero le aseguro que yo tengo el alma tranquila. Ésta no es una organización política, aquí nos dedicamos únicamente a ayudar al necesitado', afirma el profesor Abusaida. Esta organización no es la mayor ni la más influyente de una constelación de organizaciones que el espíritu radical de Hamás ha diseminado por Cisjordania y Gaza.
La última creación de Hamás son las oficinas de Mass Action (Movilizaciones de Masas), verdaderos centros de reclutamiento de nuevos combatientes. Aquí no se esconde nada. El nombre de Hamás aparece en el cartelón sobre las puertas. Estas oficinas fueron abiertas en los primeros meses de esta Intifada, gracias a la lluvia de millones llegados desde el exterior.
Son centros de agitación, pero también son las oficinas donde se reclutan los soldados de su ejército secreto, las Brigadas de Ezzedine Al Qassam.
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