Doña Celia, ¡colóquenos a todos!
Natalio Rivas fue un diputado a Cortes por la provincia de Granada a finales del siglo XIX. Se cuenta que, tras la confirmación de su elección en una legislatura, un alcalde de su circunscripción le remitió a Madrid un elocuente y escueto telegrama que decía: 'Don Natalio, colóquenos a todos'.
Un siglo después nos encontramos con una historia revivida. Acaba de publicarse en el BOE la Ley 16/2001, que establece un proceso extraordinario de consolidación de empleo en el Sistema Nacional de Salud. Dicha ley fue diseñada inicialmente para responder a un problema real de un colectivo concreto, los facultativos hospitalarios, y en un territorio definido, el territorio Insalud, y fundamentalmente Madrid.
Realmente se ha convertido en un instrumento para eludir los procedimientos legales y tradicionales de selección de personal en las instituciones sanitarias de Seguridad Social para todas las categorías (médicos, enfermeros, trabajadores sociales, administrativos, celadores, etcétera), ofertando una vía rápida y cómoda para hacer propietarios nada menos que a 70.000 trabajadores.
Eso sí, soslayando los derechos de propietarios, parados o jóvenes en formación.
Con eufemismos legales y conceptuales, como 'consolidación de empleo', 'excepcionalidad' o 'deuda histórica', el Ministerio de Sanidad ha promovido una fórmula legal que traiciona los principios de igualdad, mérito y capacidad, así como su responsabilidad como garante de la transparen-cia en el acceso a la función pública.
Este proceso está contando con la complicidad silenciosa de sindicatos, partidos políticos y órganos de representación profesional, gracias a la conocida estrategia política de generalizar la irregularidad para comprar todas las volun-tades.
Estrategia absolutamente dictatorial fundamentada en el localismo (primar al que es de la casa), el paternalismo (recibir privilegios aunque haya quehumillarse) y la arbitrariedad (eludir sigilosamente la legalidad para que no se note).
No sabemos si nuestra ministra de Sanidad cuando accedió al cargo leyó un telegrama similar al recibido por don Natalio Rivas. Aún no es tarde, gritemos todos juntos: 'Doña Celia, ¡colóquenos a todos!', y que no falte el aliento.
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