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Juan José Aquerreta afirma que la pintura 'es una aventura necesaria'

El autor navarro obtiene el Premio Nacional de Artes Plásticas

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Una mirada esencial
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El premio del Ministerio de Educación y Cultura, dotado con cinco millones de pesetas, reconoce el trabajo de un pintor del silencio y de la intimidad, un artista tímido y alejado de los circuitos sociales. El jurado estuvo formado por Joaquín Puig de la Bellacasa, Miguel Zugaza, Francisco Calvo Serraller, Javier Barón, Juan Manuel Bonet y Enrique de Andrés Ruiz.

'Hoy en día todos estamos encerrados de alguna forma en una concha personal para sobrevivir en esta sociedad vacía', declaró Aquerreta, después de confiar en que este reconocimiento no le 'estropee demasiado' la vida.

Tras estudiar en Pamplona, fue alumno de Antonio López en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Actualmente mantiene su residencia y estudio profesionales en la capital navarra, de cuya Escuela de Artes y Oficios es profesor desde hace 18 años. Sus obras están presentes en pinacotecas como el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Centro Galego de Arte Contemporáneo, el Museo de Navarra o el San Telmo donostiarra. Su última exposición se celebró en la galería Marlborough, de Madrid, y en la feria Arco. 'Aquerreta es un gran pintor que no está en la fiesta del arte, pero sí en el trabajo solitario. Su personalidad y su pintura están en la línea de un Morandi', declaró ayer el crítico Fernando Francés.

'Yo recreo en mis cuadros ese aislamiento personal y el deseo de comunicar', dice el artista, que se autodefine así: 'Una persona de mi tiempo y un artista que ha estado donde ha podido y no ha elegido su manera de vivir o de ser'. Reconoce que no mantiene relación con la modernidad, que no tiene tiempo para ver exposiciones y que apenas conoce el trabajo más actual de 'nuevos clásicos' como Barceló, Badiola o Pello Irazu. Pero no se arrepiente de su intimidad celosamente guardada ni de su retiro creativo, sin los cuales 'no habría podido desarrollar' su obra.

La neofiguración de Aquerreta es producto de una pintura controlada, muy medida, de dibujo preciso y corta evolución a través del tiempo. Usa una pigmentación muy particular, desengrasada casi por completo, que él mismo explica como 'una técnica inventada con arreglo a una necesidad no cumplida', su anhelo de pintar al estilo de la pintura al fresco italiana del siglo XV. 'Hacer algo así con el óleo es un ejercicio de alquimia'.

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