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Blair: 'La tragedia de Gran Bretaña ha sido no darse cuenta del éxito de la UE'

El 'premier' británico lanza la campaña del euro con una apasionada defensa de Europa

Tony Blair lanzó ayer un apasionado canto a la plena integración del Reino Unido en Europa, en lo que supone de hecho el arranque de la campaña para convencer a los británicos de las ventajas de integrar la libra en el euro. 'La tragedia de los políticos británicos, de Gran Bretaña, ha sido no darse cuenta de la emergente realidad de la integración europea. Darle la vuelta a esa falta de imaginación es la tarea de este Gobierno', dijo. 'Europa es más necesaria que nunca. La Unión Europea ha sido un éxito y seguirá siendo un éxito', concluyó el primer ministro.

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Tony Blair eligió un escenario muy poco ambiguo para lanzar ese canto a la plena participación del Reino Unido en la UE: el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Birmingham. Habló muy poco del euro en un discurso que la prensa británica interpreta como su más sonora defensa de la moneda única. Y lo fue. Pero no por lo que dijo, sino por lo que dio por sentado. Al defender una mayor integración en Europa y criticar la legendaria desconfianza que ha lastrado la visión que de Europa se tiene desde el Reino Unido, Blair no hacía otra cosa que defender el ingreso en el euro.

Su posición sobre la moneda no ha cambiado. Ni siquiera puso fecha al referéndum. Lo que ha cambiado es la rotundidad con que rebaja la dificultad del debate sobre la moneda, la manera en que da a entender que el único obstáculo que realmente separa a la libra del euro es la convergencia entre ambas economías, los criterios económicos que el Gobiernos se fijó en 1997. Dando así por asumido que los británicos votarán a favor del euro.

Blair defendió la tesis de que, incluso si un país no pertenece a la Unión Europea -y citó el ejemplo de Noruega-, si quiere acceder al mercado europeo, está en la práctica sometido a la legislación del mercado interior, a las decisiones de la Comisión Europea, a las sentencias del Tribunal Europeo de Justicia. 'En lo que se refiere al euro, la conclusión de ese argumento no es que vamos a él al margen de las condiciones económicas. La conclusión es que, si se cumplen las condiciones económicas, las barreras políticas o constitucionales no deberían obstaculizarnos el ingreso'. Ésa fue su única mención directa al euro.

La tesis del primer ministro es que Gran Bretaña se equivocó muchas veces en el pasado al rechazar su participación en un proyecto europeo al que siempre acaba incorporándose tarde y mal. Y citó ejemplos. Ocurrió en 1950, cuando pensó que los mineros británicos nunca acatarían la disciplina de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, la CECA, germen de la actual Unión Europea. Pasó en 1955, cuando un ministro definió las conversaciones de Messina como 'excavaciones arqueológicas'. O dos años después, cuando rechazó participar en el Mercado Común para hacerlo al cabo de 20 años, renunciando así a influir con su presencia en la génesis del proyecto europeo. O cuando renegó del mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo para acabar entrando de mala manera en 1989. O cuando se excluyó del capítulo social en el Tratado de Maastricht.

Influir desde dentro

Blair cree que es más práctico influir desde dentro que oponerse desde fuera. Por eso, recordó ayer, decidió jugar a fondo la carta de impulsar la Defensa Europea, para modelarla en lo posible a los deseos británicos y mantener siempre el vínculo con la OTAN. Por eso quiere que el Reino Unido esté en el euro, para influir más en las decisiones de política económica y monetaria. Para pesar más en la Unión Europea.

Por eso quiere que Gran Bretaña ostente un papel de primera fila en la crucial reforma de 2004, en la que la UE quiere establecer una más nítida separación entre las competencias nacionales y las comunitarias. Y ese papel significa no tener miedo de ceder soberanía a Europa cuando eso beneficie al Reino Unido. 'Gran Bretaña necesita a Europa por su propia seguridad', explicó. 'Los acontecimientos del 11 de septiembre han demostrado la vulnerabilidad de nuestro modelo democrático. Ningún país, ni siquiera uno tan poderoso como EE UU, puede defender solo los valores democráticos'. 'La inestabilidad del mundo de hoy', concluyó, 'hace más necesario que nunca el éxito de Europa'.

Por si a alguien se le había escapado, Blair lo dejó muy claro: 'El propósito de este discurso es afirmar que el futuro de Gran Bretaña está inextricablemente ligado a Europa; que, para conseguir lo mejor, debemos poner en ello lo mejor de nuestra fuerza y nuestra influencia; y que para lograr eso debemos ser socios de Europa con toda el alma, no solo a medias'.

¿Rehenes o amigos?

El debate sobre el euro lo contamina todo en el Reino Unido. Contaminó las elecciones generales de junio pasado y cualquier referencia de Blair a la moneda única europea se convierte en noticia de primera página. La entrada en el euro se vive como una tragedia nacional en la que no hay medias tintas: o se está a favor o se está en contra. Blair está resueltamente a favor. Pero, ¿está también a favor el ministro del Tesoro? Nadie está del todo seguro. La posición de Gordon Brown, canciller del Exchequer, es fundamental. El Gobierno jamás ganará el referéndum del euro sin un apoyo sin ambages de Brown al ingreso de la libra en la moneda europea. La posición del canciller es más que ambigua: oficialmente está a favor, pero con tal frialdad que más parece lo contrario. Pero incluso esa ambigüedad parece a veces ambigua: cuanto más reticente sea Brown ahora a la moneda europea más creíble será su apoyo al ingreso cuando considere que es bueno para el Reino Unido. Pero el debate sobre la moneda se salpica con el debate sobre la sucesión de Blair. Ambos forman un ticket político que a veces recuerda al que en su día formaron el carismático Felipe González y el ortodoxo Alfonso Guerra. Blair es incomparablemente más popular. Brown refleja las esencias y la austeridad del laborismo. Nadie duda aquí de que Brown apoyó la llegada de Blair al liderazgo del laborismo gracias a un pacto de sangre: él sería su sucesor. Pero ahora las posiciones parecen muy distanciadas, hasta el punto de que, tras una semana de tormentosos comentarios en la prensa sobre el creciente enfriamiento de la relación, Brown ha tenido que desmentirlo en una larga entrevista en The Times. 'Blair ha sido mi mejor amigo en política', ha dicho Brown, eligiendo un más que inquietante pasado en su tiempo verbal. Brown difícilmente será algún día primer ministro sin el apoyo de Blair, que debería dejarle paso en un momento oportuno. Pero Blair jamás ganará el referéndum del euro sin el apoyo de su ministro del Tesoro. Sean o no sean amigos, ambos son rehenes el uno del otro.

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