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EE UU lanza comida para los 2.000 caballos que combaten con la Alianza

El Pentágono reconoce las dificultades de una guerra sin bases aéreas en Afganistán

Enric González

EE UU empieza a reconocer las dificultades que plantea una guerra en Afganistán. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, admitió ayer por primera vez que la 'falta de aeropuertos y bases en la región' limitaba de forma muy significativa las posibilidades operativas de su Ejército. Mientras tanto, ese Ejército, el más poderoso del mundo, se afanaba en lanzar con paracaídas cajas de forraje para los caballos de la Alianza. La jornada puso de manifiesto el desfase entre la alta tecnología estadounidense y la realidad de una guerra que, sobre el terreno, se libra aún a lomos de caballo.

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Los soldados norteamericanos que cooperan con la Alianza del Norte en territorio afgano informaron el miércoles a sus superiores de un hecho que resultaba propio de otra época: los guerrilleros habían lanzado una carga de caballería contra una columna de tanques y blindados talibanes. La imagen, que evocaba la trágica carga de la caballería polaca contra los tanques nazis medio siglo atrás, fue trasladada a la prensa por el general de marines Peter Pace, uno de los portavoces del Pentágono. 'Parece que se está combatiendo a caballo', indicó Pace.

Los guerrilleros de la Alianza del Norte dijeron haber utilizado 2.000 animales y reclamaron comida para ellos. Pace anunció que entre los suministros que se proporciona habitualmente a las fuerzas de la Alianza figuraría, en adelante, alimentación para la caballería de los guerrilleros.

'Opciones abiertas'El general Tommy Franks, que dirige la campaña bajo la supervisión directa del presidente George W. Bush y del secretario Rumsfeld, llegó ayer a Washington y compareció por primera vez ante la prensa local. Franks se reunirá hoy con el presidente en la Casa Blanca para informarle personalmente de los resultados de un mes de guerra, y ayer insistió en que la campaña se desarrollaba 'según lo previsto'. 'Nos tomaremos todo el tiempo que haga falta', dijo. 'Mantenemos todas las opciones abiertas, incluyendo la de un uso masivo de fuerzas de tierra en el futuro', agregó.

La presencia del general Franks en el Pentágono pareció estimular la locuacidad de Donald Rumsfeld. El secretario de Defensa contradijo todas sus afirmaciones anteriores acerca de que la guerra avanzaba de forma 'plenamente satisfactoria' y se ceñía a la estrategia diseñada por Franks, al reconocer que no se podía hacer más por falta de bases. Rumsfeld admitió que 'la falta de aeropuertos y bases en la región' hacía imposible 'lanzar bombardeos más intensos, o más precisos'. Eso implicaba que Estados Unidos no estaba atacando 'cuando quiere y donde quiere', como había dicho otras veces, sino cuando podía y desde donde podía. 'Una cosa es el plan operativo y otra la realidad estratégica, es decir, las relaciones entre los países que participan en la campaña', le secundó Franks.

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'Los vuelos son muy largos y plantean muchas dificultades logísticas; eso es algo que hay que asumir', comentó el secretario de Defensa, que nunca como ayer había planteado de forma tan clara que el Ejército estadounidense debía acomodarse a los pequeños rincones que los países de la región ofrecían a sus fuerzas. 'Esto no es la guerra del Golfo', añadió.

El general Franks admitió, por su parte, que tenía 'un gran interés' en que la ciudad de Mazar-i-Sharif cayera en manos de la Alianza. 'Dominar la encrucijada de Mazar-i-Sharif nos daría acceso directo a Uzbekistán y Tayikistán y nos permitiría introducir suministros de todo tipo en territorio afgano; también podríamos pensar en un aeródromo que nos sería de gran ayuda', explicó, dando por supuesto que cualquier conquista de la Alianza podría ser utilizada por Estados Unidos. Franks no quiso, sin embargo, ser demasiado optimista sobre las posibilidades de que los talibanes perdieran Mazar-i-Sharif: 'Una batalla se está desarrollando en las afueras de la ciudad, pero es demasiado pronto para predecir el resultado'.

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