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Reportaje:

Cine fuera de competición

Los directores del Festival de Cine de San Sebastián y la Semana de Terror dialogan sobre su convivencia

Maribel Marín Yarza

A Mikel Olaciregui (San Sebastián, 1955) y a José Luis Rebordinos (Rentería, 1961) les une mucho más que una amistad forjada en horario laboral. Uno y otro convirtieron una pasión, el cine, en modo de vida. Ahora, ambos trabajan en San Sebastián para que otros disfruten de lo que a ellos les resulta imposible: asistir con inocencia al pase de una película. El director del Festival Internacional de Cine donostiarra y el responsable de la Semana de Cine Fantástico y de Terror, que inauguró el viernes su XII edición, reflexionan en torno a la misma mesa sobre la programación cinematográfica del País Vasco. Y, sobre todo, sobre la convivencia y la estrecha colaboración de los dos certámenes.

'Todos los eventos cinematográficos de la ciudad son acumulativos, fomentan la afición'
'Venecia tiene más glamour, pero nuestra programación ha sido mejor valorada'

No hay duelo verbal entre ellos porque existe, en términos generales, una coincidencia de pareceres real, no fingida, sobre el lugar que ocupa cada uno de sus festivales. Uno, con gran proyección internacional, más de 500 millones de presupuesto y 200.000 espectadores a los que contentar; el otro, más especializado en lo contracultural, con 64 millones y 30.000 fans incondicionales.

¿Hasta qué punto se nutre la Semana de los contactos que tiene el Festival de Cine a todos los niveles? 'Cuando tienes la colaboración de un hermano mayor, siempre es el menor el que sale más beneficiado', reconoce Rebordinos. En San Sebastián el pez grande no se come al chico, se ayudan mutuamente. Tanto cuando se trata de buscar joyas entre las proyecciones de otros festivales, como cuando hay que echar mano de algún contacto para atar la presencia de estrellas en la ciudad. O incluso cuando hace falta un nombre de peso que dé prestancia a los jurados de la competición. Tanto Olaciregui, como su antecesor, Diego Galán, han ejercido este papel en la Semana en distintas ocasiones. 'Mikel para nosotros es un amigo, pero para fuera es el director de uno de los cuatro festivales más importantes del mundo', dice el director de la Semana.

En todo caso, existe un feed- back, como dice Olaciregui, un apoyo entre bambalinas, que no camina en una única dirección. Y es posible porque ambos tienen claro el papel que desempeñan: 'No existe la competencia entre nosotros', coinciden. Ni siquiera aunque películas puntuales se repitan en su programación. Este año, por ejemplo, Náufragos, de María Lidón, Luna, protagonizada por Víctor Gallo, María de Medeiros y Joaquim de Almeida.

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'Hay público para todos los festivales', sostiene Mikel Olaciregui, que en enero hará un año que asumió el cargo. 'Creo', añade Rebordinos, 'que todos los eventos cinematográficos de la ciudad son acumulativos. Es decir, que el que exista por ejemplo Nosferatu -ciclo de cine alternativo- ayuda a que vaya más gente a otro tipo de proyecciones'. Su colega asiente. 'Se crea una especie de caldo de cultivo que fomenta la afición, que es lo que hace que se llene la sala'.

Y aluden al unísono al papel que ha jugado el sector privado en San Sebastián. 'Hemos tenido una oferta comercial de lujo, y eso hace que tengamos en conjunto una programación cinematográfica extraordinaria para los habitantes que somos', sobre los 290.000, afirma Rebordinos. ¿Más completa que en Vitoria y Bilbao? 'Aquí siempre hay alternativas, propuestas distintas', añade. 'Incluso el movimiento de reconversión de salas se inició aquí antes que en Bilbao', apunta Olaciregui. Y no hay que olvidar, recuerda, que en San Sebastián, está también el Festival de Publicidad, y el de Cine Submarino... ¿Habría espacio para más certámenes cinematográficos? 'Sí, siempre que fuera un festival con una personalidad muy definida', responde Rebordinos. 'De hecho, puedo adelantar que existe el proyecto de organizar uno dedicado al cine de aventuras y montaña'.

Rebordinos siempre ha dicho que no quiere entrar en competencia con el festival de cine de terror de Catalunya. Pero por eso precisamente, porque cree en los eventos con sello muy definido. '¿Por qué vamos a hacer un Sitges en San Sebastián? Vamos a hacer una cosa distinta. Aquí tenemos uno mucho más pequeño, especializado en la parte más contracultural, en la serie B. Y eso nos permite no pelearnos por películas que casan más en un modelo u otro. Y mantener una estrecha colaboración que luego redunda en beneficio de la ciudad. El próximo año por ejemplo coproducimos con Sitges un ciclo de Nosferatu dedicado al eurowestern, más completo porque hay mayor aportación económica'.

El caso del Festival Internacional de Cine de San Sebastián es distinto, porque no hay un certamen generalista en España que le pueda hacer sombra. Pero los dos coinciden en estos momentos en algo: han tocado techo. 'Ya no podemos crecer más', dice Olaciregui. 'Estamos agotando el número de pases que se permite a los festivales de clase A. Tampoco caben muchos espectadores más'. ¿Y cómo se sitúan en el panorama internacional? 'El número uno es Cannes; Berlín tiene un posicionamiento muy interesante en el tiempo, porque sirve de lanzamiento a las películas americanas que están en los Oscar. Y Venecia tiene mucho más glamour, pero, por ejemplo, este año nuestra programación ha sido mejor valorada', responde Olaciregi.

La Semana, que más allá de un festival del género es una fiesta, se lleva de calle al público. 'Pero con este planteamiento no podemos seguir creciendo', señala Rebordinos. Porque esta cita con el terror depende del área de cine del Patronato de Cultura de San Sebastián. 'Podría hacerlo si se convirtiera en un organismo independiente, con un director contratado, donde nosotros fuéramos parte del comité de dirección. Si dentro de cinco años sigo dirigiendo la Semana, lo consideraré un fracaso '. A Olaciregui y a Rebordinos les gusta su trabajo, porque les apasiona el cine. Sólo encuentran una pega: ha cambiado su forma de ver las películas.

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