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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El escondite

Las estimaciones sobre el dinero negro existente en la economía española son ya muy precisas. Los cálculos de prestigiosas instituciones bancarias aseguran que este año aflorarán en torno a 1,6 billones de pesetas de dinero oculto debido a la implantación del euro, y de esa cantidad, dos terceras partes (1,1 billones) irán a parar a la compra de viviendas, refugio favorito de quienes tienen que cambiar de escondite sus rentas opacas.

Las cifras incitan a suponer que existe una desdichada confluencia de factores que explican por qué se mantienen los elevados volúmenes de rentas ocultas y por qué, cuando se ven obligadas a salir a la luz, corren a esconderse en la propiedad inmobiliaria. La rebaja de impuestos aplicada por los gobiernos del PP no parece haber mermado el fondo de dinero negro en España. Un argumento plausible es que, aunque se paga menos IRPF, todavía resulta relativamente fácil ocultar rentas a las instituciones de vigilancia fiscal.

Ya no se hacen públicos los planes de Hacienda para combatir el fraude fiscal, lo que transmite el mensaje de que ha dejado de ser una prioridad del Gobierno, cuando precisamente una política de reducción de impuestos parece exigir, como contrapartida, un endurecimiento de la inspección y controles. Este mensaje de displicencia se conjuga con el hecho de que la inversión en vivienda se presta a ser utilizada como vía ideal para ocultar o lavar el dinero negro. En primer lugar, por los precios desorbitados, condicionados por los elevados costes del suelo (hasta el 60% del precio final, según las estimaciones conocidas), y éstos, a su vez, por una política oficial reacia a intervenir con medidas liberalizadoras.

En segundo lugar, los mecanismos de control fiscal sobre la vivienda siguen siendo insuficientes y permiten que existan grandes diferencias entre los precios que se pagan en el mercado y la valoración de referencia para pagar los impuestos. El resultado final es que la vivienda está actuando en estos momentos, probablemente hasta finales de año, como una gigantesca aspiradora de dinero negro. No hay indicios de que las autoridades hayan detectado el flujo de dinero que cambia de escondite y estén dispuestas a actuar en consecuencia. En el ámbito fiscal, parecen expertas en mirar hacia otro lado.

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