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Los Chillida exponen unidos por 'el amor al trabajo y al arte'

El proyecto de 'Relevos' mezcla esculturas con pinturas y dibujos

El vestíbulo de la Torre Caja Madrid de Madrid (paseo de la Castellana, 189, plaza de Castilla) mantiene hasta el 30 de noviembre una exposición de 14 esculturas de Chillida y cinco lienzos de gran formato de Chillida Belzunce. 'Me hace mucha ilusión exponer junto a mi padre, porque así lo ha querido', declaró el pintor.

En el programa de Relevos, artistas consagrados presentan a jóvenes promesas, y así han pasado por el mismo lugar Manolo Valdés-Xavier Mascaró, Luis Feito-José Piñar y Christine Spengler-Juan de Sande.

Los transeúntes de una de las torres de Puerta de Europa se mueven entre las esculturas de Chillida de diversas etapas, como los dos aceros del comienzo del montaje, un alabastro, cinco lurras de los años ochenta, una piedra de los cincuenta, un acero del Peine del Viento y un fieltro en homenaje a san Juan de la Cruz. Junto a las piezas, los grandes lienzos de Chillida Belzunce, óleos pintados con la mano izquierda a partir de un accidente de moto que modifica su trayectoria como escultor.

Junto a un enorme cuadro hecho de cerámica, las pinturas de Chillida Belzunce recogen su mundo más cercano: interiores de su casa, el estudio y la terraza, Zabalaga (antes de convertirse en Chillida Leku) y el mar. 'Reflejan las cosas que me gustan, con su propia perspectiva, y me interesa muchísimo la luz. Para ser un buen pintor hace falta mirar y fijarse mucho en la luz, el color, la composición, el volumen y el espacio'. Estos aspectos figuran en los textos de los dos artistas que abren el catálogo, con frecuentes alusiones filosóficas. 'En el aspecto filosófico, yo me quito el sombrero ante mi padre. Yo intento hacerme mi sombrero'. 'Trabajo para conocer, mi obra es función del conocimiento' (Chillida, padre). 'La luz y la pérdida del miedo a los colores son los mejores amigos del pintor' (Chillida, hijo).

En una vitrina aparecen dibujos y retratos de los dos artistas. El comisario de la exposición, Alberto Anaut, señala que la casa de los Chillida está llena de mar. 'La casa de los Chillida es una casa blanca y extrañamente mediterránea, aunque el mar que la invade tenga el color negro y sobrio del Cantábrico. Tal vez esa extraña mezcla pueda explicar por qué entre las paredes de esa casa han crecido dos artistas tan diferentes y tan cercanos'.

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