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Una minoría con miedo

Los cristianos de Pakistán, el 1,5% de la población, viven discriminados por la mayoría islámica y están atemorizados

Ángeles Espinosa

Una mujer con un bebé está sentada sobre un camastro a la intemperie. Al lado hierve una olla sobre un fuego a ras de suelo. El humo impregna el ambiente y se agarra hasta la última prenda de ropa. Un montón de niños corretean descalzos entre las chabolas y las tiendas de campaña. Es la imagen tópica de un campamento de refugiados. Y, sin embargo, estamos en Tumbu Colony, una barriada cristiana de Islamabad, la capital paquistaní.

La minoría cristiana vive temerosa ante las amenazas de los extremistas islámicos por los bombardeos de sus 'hermanos' occidentales sobre Afganistán. Los extremistas tienden a difundir el bulo de que los cristianos son amigos de Estados Unidos y se han alegrado de los bombardeos contra Afganistán.

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'Han aparecido pegatinas diciendo que van a matar a los cristianos y a los hindúes', asegura Selim Karim, un emigrante de Lahore. 'Ha habido rumores aquí y allí, pero no tenemos pruebas de ningún exceso, aunque no cabe duda de que hay un clima de miedo', reconoce el padre Sarfraz Simon, de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima. 'Sólo en Rawalpindi hubo que llamar a la policía porque los extremistas fueron a la escuela de Saint Mary'.

'No. Hasta ahora, afortunadamente, no han pasado de las amenazas', declara la hermana Rita, superiora del convento de Jesús María. 'Nosotras cerramos el colegio el viernes pasado porque muchos padres nos mostraron su preocupación ante la huelga general convocada por los extremistas islámicos, pero fue tan sólo una medida de precaución', asegura.

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Las hermanas de Jesús María son una de las escasas fuentes de atención con que cuentan las 450 familias que se amontonan en Tumbu Colony. No sólo dan clase en su escuela a muchos niños de este arrabal, sino que visitan sus casas para ayudar a las familias.

Desde el pasado mayo, cuando una riada se llevó parte de las viviendas de barro, muchas familias viven bajo los plásticos que a modo de tiendas les ha facilitado Cáritas.

Ese sentido de abandono se ha hecho mayor desde los atentados del pasado 11 de septiembre contra Nueva York y Washington. 'Todo Pakistán se alegró menos los cristianos', manifiesta Agha Nasir, con tan poca base como varios casos de agresiones a cristianos que no están comprobados. Las percepciones son más fuertes que la realidad, y la policía no sólo vigila la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, sino que de vez en cuando se da una vuelta por los arrabales como Tumbu.

Incluso sin necesidad de incidentes violentos, los cristianos han sido una de las comunidades más afectadas por la crisis. Barrenderos, limpiadores, cocineros en el mejor de los casos, los mejores empleos que encuentran suelen ser por cuenta de ciudadanos extranjeros. 'Al irse la mayoría de ellos del país, se han quedado sin trabajo', explica la hermana Rita.

Un 1,5% de los 140 millones de habitantes de Pakistán son cristianos. Su origen se remonta a la época del imperio británico cuando muchos intocables y otros marginados se convirtieron a la religión de los colonizadores con la esperanza de mejorar su futuro. Pero para la mayoría de los hindúes en India y de los musulmanes en Pakistán, siguen siendo el último escalón social.

El padre Safraz no se muerde la lengua. Denuncia todo un corpus legal que discrimina a los paquistaníes que no son musulmanes: desde 1991, la blasfemia contra el islam está castigada con la pena de muerte, y basta el testimonio de un musulmán, aunque no haya pruebas, para encarcelar a cualquiera. 'Estamos marginados; para conseguir cualquier trabajo lo primero que te preguntan es la religión, pero, aunque no lo pusiera en nuestros carnés de identidad, nos delatan los apellidos', declara el joven cura.

'Piensan que porque somos cristianos estamos a favor de Estados Unidos', afirma Intat Masih, uno de los pocos vecinos de Tumbu Colony que tienen un trabajo regular. Su salario como guarda de seguridad le permite sacar adelante una familia de seis hijos y tener dos habitaciones separadas en las que repartirse a la hora de dormir. Sus hijas asisten a la escuela. 'Primero somos paquistaníes, y luego cristianos', concluye sin dejar dudas sobre su patriotismo.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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