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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pacto de San Sebastián

El alcalde socialista de San Sebastián, Odón Elorza, abogaba el lunes por un congreso extraordinario que cambie radicalmente la línea política y la dirección de su partido en Euskadi. Dos días después anunciaba la ruptura, aplazada luego, del pacto con el PP que le llevó a la alcaldía. Esa secuencia hace inevitable relacionar la crisis del Ayuntamiento con la interna del PSOE vasco, aunque el alcalde haya invocado razones estrictamente municipales relacionadas con la aprobación del presupuesto. Ya hubo dificultades similares el año pasado sin que ello pusiera en riesgo el acuerdo entre los dos grupos. La diferencia es que ahora el alcalde tiene un posible socio de repuesto en el PNV.

La situación refleja la convergencia entre los intereses del sector del nacionalismo favorable a recomponer la alianza con los socialistas una vez roto el frente de Lizarra, y los del sector del PSOE vasco partidario de evitar aparecer con el PP. Esta última posición cuenta con defensores muy cualificados en la ejecutiva de Zapatero. Elorza sabe que el eventual reencuentro con el PNV habrá de producirse en torno a las municipales de 2003 y quiere llegar a ellas sin compromisos con el PP. Pero ese planteamiento va en contra de la línea del secretario general, Nicolás Redondo, que ha reiterado que no podrá haber recomposición de la alianza con los nacionalistas mientras éstos persistan en sus propuestas soberanistas. Y argumenta que sería suicida para su partido dejar en las exclusivas manos del PP la defensa del planteamiento constitucional-estatutario.

El problema es que hasta las siguientes elecciones autonómicas faltan cuatro años, y que en medio están las locales y también las provinciales, de las que dependen las diputaciones. Cuatro años fuera de las instituciones -es decir, alejados del poder- es un plazo muy largo para quienes han estado en ellas, en alianza con el PNV, hasta hace poco. Seguramente hay también un factor psicológico: compartir el poder con el nacionalismo alivia algo la sensación de inseguridad de unos cargos públicos acosados por ETA y la kale borroka. Pero el precio de ese alivio sería dejar aislados a los concejales y dirigentes locales del PP, y es posible que el electorado no lo perdonase.

El debate interno del PSE sobre estas cuestiones se ha visto sobresaltado por una inoportuna intervención del presidente del Gobierno desde la campaña electoral gallega. Aznar vino a decir que la ruptura del acuerdo municipal de San Sebastián cuestionaba el pacto antiterrorista PP-PSOE, y emplazó a Zapatero a pronunciarse al respecto. La torpeza es doble: da nuevos argumentos a quienes sostienen que ese pacto era puramente electoralista y no una pieza central de la estrategia antiterrorista destinada a quitar a ETA toda esperanza de que un cambio de mayoría abra paso a una negociación política. Además, lejos de consolidar el pacto, refuerza a los sectores del partido socialista más críticos con un acuerdo que, a su juicio, les ata las manos para hacer una política diferenciada del PP en el País Vasco.

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