Un mundo incierto
A partir del fatídico 11 de septiembre, algunos expertos de turno empezaron a dar rienda suelta a comentarios que nada tienen que ver con la realidad.
Es muy fácil, a través de una opinión o comentario, transformar algo hipotético en una evidencia; la resultante: una opinión pública distorsionada.
La lucidez de intelectuales acreditados (Carlos Fuentes, José Saramago, Juan Goytisolo, Rosa Regàs, etcétera) pone a cada experto de urgencia en el lugar que le corresponde.
¿Cómo se puede titular la portada de un periódico de tirada nacional con una alarma vaticinando una tercera guerra mundial, o civilización occidental contra el islam, o buenos contra los malos, como si se tratase de una película del Oeste?
Es sorprendente leer, a través de la prensa o los libros, comentarios del estilo de Sartori, Huntington o la Fallaci, etcétera.
Desde las instituciones hay que hacer un esfuerzo que tenga como objetivo cambiar las mentalidades; en caso contrario estamos condenados a vivir de espaldas, donde primara la desconfianza y el mal entendimiento.
No podemos pensar en un mundo mejor formando bandos o alianzas contra el enemigo invisible.
Hablar de choque de civilizaciones o supremacía no nos hace más que retroceder en el tiempo.
Las generaciones futuras no merecen como legado un mundo incierto, inmerso en trivialidades, odio y desigualdades que jamás se han visto en la historia de la humanidad.
La vendetta nunca puede sustituir a la razón.