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El mayor punto de reunión de colombianos tuvo el 50% de su afluencia habitual

El miedo a la Operación Café frena la asistencia

F. Javier Barroso

El mercadillo que celebra la colonia colombiana los domingos junto al hospital Doce de Octubre contó ayer con la mitad de visitantes, según constataron los vendedores de comida y productos típicos que colocan sus puestos en la avenida del Doctor Tolosa Latour (Usera). El miedo a los tiroteos de las dos últimas semanas, que se han saldado con siete muertos, y la puesta en marcha de la Operación Café de vigilancia policial han provocado el descenso de público.

Los comerciantes comienzan la instalación de sus puestos a partir de las tres de la tarde. Un aparcamiento situado detrás del hospital Doce de Octubre les sirve para colocar las pequeñas carpas abiertas al público. Sus productos son idénticos: productos típicos colombianos, como arepas, sancochos o tamales.

Los comerciantes se dieron cuenta ayer desde primera hora de que la asistencia al lugar iba a ser menor que en las últimas semanas. 'La gente tiene miedo. Antes venía, se tomaba una cerveza y estaba con los niños hasta la noche. Ahora esto ha mermado mucho. No es ni la mitad de lo que fue', se queja Adiela Flores, una vendedora que acude a Usera desde hace tres años y medio. La muerte a tiros de tres inmigrantes colombianos, la noche del pasado martes en el barrio de Ascao (Ciudad Lineal), es el principal motivo de este descenso de público, aseguran los afectados. 'Los últimos sucesos nos están perjudicando demasiado. Antes vendíamos mucha comida, y ahora, con que prepares la mitad te sobra. Lo hemos notado en los ingresos', añade Flores.

La Operación Café, de control y vigilancia, puesta en marcha el 19 de septiembre por la Jefatura Superior de Policía para intentar frenar la escalada de violencia protagonizada por colombianos, también ha sentado mal en esta colonia de inmigrantes. La orden incluye identificaciones selectivas y la creación de ficheros especiales. 'Es una decisión muy jodida, porque aquí venía mucha gente que está en proceso de regularización o sin papeles. Ahora, ante el temor de ser detenidos y expulsados, prefieren quedarse en sus casas. Esas medidas también nos perjudican mucho', señala Hernando Martínez, un comerciante de 38 años que lleva cinco meses en España.

'No nos metemos con nadie'

'Un detalle que deben tener en cuenta los españoles es que hay colombianos que son asesinos, pero la mayoría de nosotros jamás nos metemos con nadie. Es lo mismo que los españoles. No creo que sea necesaria una operación con ese nombre para controlarnos a todos', añade Carlos Castro, un joven que lleva 17 meses en Madrid y que trabaja en un pub. A pesar del temor de los inmigrantes, la presencia policial visible en el mercadillo fue ayer nula.

Algunos colombianos comentaron que hay personas que les tratan mal a causa de su nacionalidad. Afirman que algunos taxistas se niegan a parar cuando los ven y que tienen serios problemas para alquilar un piso o encontrar trabajo. 'Si Colombia estuviera bien económicamente, no vendríamos aquí. Por culpa de unos cuantos inadaptados salimos perdiendo el resto', mantiene John Jairo Barrero, un trabajador de la organización no gubernamental América España Solidaridad y Cooperación (Aesco), que cuenta con 3.100 socios, en su mayoría colombianos. Voluntarios de esta asociación organizan juegos para los niños. 'Con estas actividades buscamos que los niños salgan del mercadillo y se integren con otros menores españoles. Es una labor a largo plazo, pero hay que trabajar sobre todo con ellos', apunta Barrero.

Una pareja baila en un puesto del mercadillo de productos colombianos situado frente al Doce de Octubre.
Una pareja baila en un puesto del mercadillo de productos colombianos situado frente al Doce de Octubre.SANTI BURGOS

'Vinimos aquí para huir de la violencia'

'Vinimos huyendo de la violencia y sólo hemos encontrado matazones por todos lados. Esto nos produce tanta vergüenza que nos dan ganas de salir corriendo'. Así se explica Nydia, una colombiana que perdió hace ocho años a su hijo mayor, de 23, en un tiroteo de los paramilitares en Medellín (Colombia). Nydia tiene miedo y siente mucha pena por la mala fama que se está granjeando su país por 'las últimas balaceras'. 'Estos sicarios que vienen a matar no se dan cuenta de que siguen dañando la imagen de un país que ya es de por sí muy violento', añade esta mujer mientras vende un par de tortas. Nydia y su marido acuden al mercadillo desde hace tres semanas para intentar 'ganar unos pesos honradamente', pero la menor afluencia de público de ayer les ha desanimado. 'Al que cojan y sea culpable deberían darle muy duro para que sirviera de ejemplo', dice. 'En España la gente es muy buena y no hay tanta violencia como padecemos nosotros allí'. 'Mi hija limpia en una casa de la calle de Fuencarral y, a pesar de que la quieren mucho, las dueñas no le dan las llaves. Temen que conozca a alguien malo y les roben todo', admite. De fondo suena una canción de salsa con un estribillo: '¡Qué malo es ser forastero!'

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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