Bush destina unas ayudas de 5.000 millones de dólares para el sector aéreo
La Administración de EE UU subvencionará la pérdida de viajeros y las nuevas medidas de seguridad
La Administración republicana de EE UU ha roto el dogma ideológico de que no se debe influir en la libre economía de mercado. George Bush ha acudido al socorro del sector aeronáutico estadounidense con un plan de ayuda de emergencia de 5.000 millones de dólares (unos 900.000 millones de pesetas) a los pocos días de inyectar otros 40.000 millones en la economía. De esta cantidad, el Gobierno ya había destinado 3.000 millones de dólares para subvencionar las nuevas medidas de seguridad implantadas en aeropuertos y aeronaves. La Administración mantiene las negociaciones para recortes de impuestos.
Las aerolíneas americanas han anunciado despidos masivos (86.000 trabajadores en el sector, incluido el constructor Boeing) tras los atentados de la pasada semana. Las líneas aéreas atraviesan una crisis sin precedentes y han pedido a la Administración 24.000 millones de dólares (4,3 billones de pesetas) en ayudas para evitar la catástrofe. El Congreso discute ayudas por valor de 15.000 millones de dólares. Las aerolíneas, pues, sólo han conseguido una pequeña parte de sus peticiones.
Después del anuncio de los despidos de American y United, la Casa Blanca hizo saber que ha presentado a los congresistas un plan de ayuda de emergencia por valor de 5.000 que son de liquidez inmediata para compensar por el parón forzado de la pasada semana, a distribuir entre las compañías en función del volumen de viajeros regulares y perdidos. Los otros 3.000 millones (540.000 millones de pesetas), que estaban incluidos en los 40.000 del programa de emergencia para la reconstrucción económica, van dirigidos a subvencionar los cambios en los sistemas de seguridad de los aviones, desde la sustitución de las puertas de las cabinas de los pilotos a la provisión de agentes armados en los vuelos para mejorara la seguridad aérea.
El secretario de Transporte, Norman Mineta, defendió ayer en el Senado la intervención gubernamental en el sector privado, que prevé también asumir las pólizas de seguros de todos los vuelos interiores durante los próximos seis meses y propone una ley que limite las responsabilidades pecuniarias a que tengan que hacer frente las compañías por las demandas que puedan presentar los familiares de la víctimas.
A partir del tope cubierto por los seguros, las indemizaciones serán cubiertas por el erario público. El paquete se queda corto con respecto a los pedidos por el sector, pero la Administración ha hecho saber que son medidas de choque y que habrá más socorros. Medidas semejantes se podrían aplicar a otros sectores indirectamente afectados, como el hotelero.
Intervencionismo
'Estos no son tiempos normales', señaló el portavoz presidencial, Ari Fleischer, para justificar la profundidad del intervencionismo de los poderes públicos, que va contra todos los principios mantenidos hasta ahora por el liberalismo republicano. El presidente 'no se va a ver limitado por ninguna rígida ideología en vista de lo ocurrido'.
Charles Calomiris, profesor de la universidad de Columbia conocido por sus estrictos criterios contra la connnivencia entre economía y política, abunda en esta idea. El Gobierno puede intervenir y no ser criticado 'porque no está intentando manipular la economía, sino que la economía se ha convertido en el símbolo de la voluntad colectiva, ejecutada por la voluntad individual'. The Wall Street Journal, la biblia del más estricto liberalismo económico, no es tan compresivo. 'Una vez que las compañías aéreas obtengan sus 24.000 millones, ¿qué va a impedir a los políticos recurrir al dinero de los contribuyentes para salvar a todos los demás sectores?'.
Antes de los atentados del día 11, la petición de Bush de 18.400 millones de dólares (3,3 billones de pesetas) adicionales para la guerra de las galaxias era rechazada por la oposición porque ponía en peligro la dotación de la Seguridad Social, partida de la que ahora saldrán los 40.000 millores de ayuda global. La Casa Blanca se enfrentaba a una dura batalla para el Presupuesto de 2002, pero en el Capitolio reina ahora una atmósfera de entendimiento.
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