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Reportaje:

Mujeres por el sacerdocio

127 de las 128 monjas de un monasterio de EE UU apoyan a una hermana amenazada por el Vaticano por promover la ordenación femenina

En el Vaticano hay quien piensa que Joan Chittister, una monja estadounidense de 65 años que promueve la ordenación de mujeres, está pecando. Fue amenazada por parte de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada con 'penas justas' si se dirigía a la primera Conferencia Mundial sobre la Ordenación de Mujeres celebrada en junio pasado en Dublín (Irlanda). Chittister asegura que ha actuado de buena fe. 'El Vaticano debe haber reconocido la sinceridad de mi acción. Me habían dicho: 'Toma una decisión en beneficio de la Iglesia', y lo hice', explica Chittister a EL PAÍS.

La 'exigencia de que la mujer no sea discriminada en la Iglesia' fue una de las principales reivindicaciones del congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, que se celebró en Madrid hace una semana. Estos teólogos creen que el Papa Juan Pablo II es un ingenuo si piensa que la Iglesia católica puede seguir cerrando a las mujeres la puerta al sacerdocio.

Pero muchos otros no piensan así. Sobre estos últimos, Chittister dice: 'Los hombres que no toman en serio la posibilidad de mujeres sacerdotes no son discípulos'. Benedictina en el monasterio de Mount Saint Benedict (Pensilvania) y autora de más de 20 libros, Chittister promueve desde hace años que las mujeres puedan ser sacerdotes, aunque personalmente no aspira a ser ordenada. Forma parte de un amplio movimiento mundial con ese fin.

El Vaticano envió en mayo una carta a Christine Vladimiroff, la superiora de Chittister, en que le prohibía asistir a la conferencia bajo 'precepto de obediencia'. Otra superiora estadounidense cumplió con la orden del Vaticano, pero Vladimiroff decidió discutir en tema en Roma. Al volver a EE UU, Vladimiroff entregó a Chittister una carta de apoyo con las firmas de 127 de las 128 monjas benedictinas del monasterio, en la que se afirmaba que no iban a acatar el mandato del Vaticano. Mount St. Benedict opera con un modelo cooperativo y, a pesar de su gerencia católica, evita en lo posible los modos jerárquicos. De hecho, 35 de las monjas más jóvenes prometieron compartir la pena de Chittister en caso de que ésta fuera castigada por asistir a la conferencia.

Planteada la resistencia de las benedictinas, y una vez consumada la participación de Chittister en Dublín, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, declaró que no había planes para tomar medidas disciplinarias.

'Simplemente no creo que silenciar sea bueno para la Iglesia. Retrasa el desarrollo de la doctrina', dice Chittister a este periódico. 'El ir a Dublín no fue un acto de desobediencia civil, sino de conciencia y responsabilidad. Creo en el Espíritu Santo, pero si el Espíritu Santo trabaja dentro de todos nosotros, entonces todos tenemos que contribuir a las cuestiones que afronta la Iglesia, para poder llegar a la verdad juntos. Si más gente hubiera tomado la responsabilidad de avanzar en temas como la esclavitud, la usura, las Cruzadas, la Inquisición y la separación entre Iglesia y Estado, hoy tendríamos mucha menos agitación y más credibilidad en la historia de la Iglesia', añade.

Pero el Vaticano sigue sin abrir el debate sobre la ordenación femenina. En 1994, el Papa aseguró que el sacerdocio de la mujer no estaba abierto a discusión. Una encuesta de la agencia Gallup de 2000 muestra que el 71% de los católicos estadounidenses están a favor de las mujeres sacerdotes.

Por su parte, religiosas españolas que se declaran a favor de la ordenación de mujeres, estiman que Irlanda, Portugal y España cuentan con porcentajes parecidos a los de EE UU. En España no hay un movimiento específico que apoye la ordenación femenina. Existen colectivos de cristianos en las comunidades de base donde hay individuos que promueven el sacerdocio de mujeres, afirma Emi Robles, de la corriente Somos Iglesia, ligada a importantes sectores católicos en Centroeuropa y Latinoamérica.

Varias españolas que asistieron a la conferencia de Dublín se negaron a hablar con este periódico, argumentando que se sentían 'vulnerables' en sus profesiones relacionadas con la Iglesia. Una, que pidió mantener el anonimato, mencionó que habían recibido amenazas de sus obispos.

Cristina Moreira, una empresaria gallega que asistió a la conferencia, dice que 'ni siquiera el Opus Dei' se ha declarado en contra de la ordenación de mujeres, pero que a veces las amenazas vienen de las propias parroquias. 'La iglesia está expulsando a profesoras de religión divorciadas que se han vuelto a casar o que se han casado con divorciados. Si esas mujeres protestan, peligra su trabajo. Los obispos quieren controlar a sus ovejas', dice Moreira refiriéndose entre otros a casos como el de Resurrección Galera Navarro, profesora de religión en un colegio público de Almería que ha perdido su trabajo por casarse con un divorciado.

Quienes promueven la ordenación de mujeres creen que los argumentos en contra son construcciones culturales y que no se basan en una religión que busca armonía y unión entre los seres humanos y 'un o una Dios'. Además, creen que muchos aspectos de la mujer no se valoran bastante. 'Las mujeres tienen ciertas cualidades para hablar y acercar a la gente', explica Moreira. 'Cuando los miembros de una congregación ven a una mujer dando un sermón, se emocionan y a veces aplauden'.

En sus libros de reflexión teológica, Chittister se refiere a Eva como 'la imagen de Dios' y explica sobre la Virgen María: 'Es un antídoto al machismo. Ella tomó su decisión a pesar de que se enfrentaba a las doctrinas moralistas de los hombres de su época, y lo hizo sin la aprobación de ningún hombre. ¡Además, el Ángel la presentó a María una pregunta! Ella tenía el derecho de pensarlo bien y dijo que sí. María es un modelo de la mujer independiente que hace lo que Dios quiere para ella, a pesar de lo que requiera la sociedad'.

James Edwards, profesor de religión del Whitworth College , en la universidad presbiteriana de Spokane (Washington, EE UU) y autor de The Divine Intruder (El Intruso Divino), se declara partidiario de la predestinación, pero apoya que las decisiones se tomen a partir de una 'fe reflexiva' y por tanto coincide con Chittister en que María tomó una decisión basada en una fe que era 'más grande que las presiones de la sociedad, que no soportaban a una mujer soltera y embarazada'. 'Nosotros no somos forzados ni coercionados, sino que tenemos la opción de consentir a la llamada de Dios', dice.

Entre las cristianas protestantes, las anglicanas pueden tener el título de sacerdote, pero han tenido que luchar por compartir el papel de los hombres. Pero tanto en la Iglesia Católica como en las protestantes, muchos partidiarios del sacerdocio femenino temen ser mal entendidos. 'Hay incluso miembros de nuestra propia comunidad de base que piensan que buscamos el poder. Lo que queremos es inventar una nueva manera de ejercer el servicio del ministerio', dice Moreira.

Chittister y las benedictinas de Pensilvania consideran que el tema de la igualdad eclesiástica no es algo estrictamente nuevo. 'Más importante [que la ordenación de mujeres] es para mí que creo con mucha fuerza que el derecho a discutir algo es un asunto básico de justicia. En toda su vida, Jesucristo no dio respuestas. Proponía preguntas y contaba parábolas. Invitaba a todos a considerar por sí mismos', explica Chittister. Mercedes Carrizosa, miembro de la asociación española Mujeres y Teología, apoya esa posición: 'Los sacramentos no son de la élite'.

Protesta a favor del acceso de las mujeres al sacerdocio en la catedral de Barcelona, en 1998.
Joan Chittister.
Protesta a favor del acceso de las mujeres al sacerdocio en la catedral de Barcelona, en 1998. Joan Chittister.M. S. URBANO

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