Presión sobre Trimble para que impida el acoso a las niñas católicas
EE UU envía a un representante a Belfast
Las señales de distensión lanzadas la víspera se confirmaron ayer. Protestantes y católicos abrieron las puertas a la esperanza de alcanzar un acuerdo sobre el contencioso de la escuela católica de la Santa Cruz, que se levanta en un pequeño enclave unionista en un barrio republicano al norte de Belfast. La entrada de las niñas al colegio se realizó ayer sin incidentes. Ni gritos, ni bombas, ni silbidos. Las presiones políticas del exterior no son ajenas a la rebaja de la tensión.
Los excesos de estos días han obligado a los protestantes a cambiar el cariz de su protesta. El acoso desproporcionado a las pequeñas escolares y el pánico de niñas y madres han dañado la imagen de los protestantes norirlandeses y les ha obligado a rectificar. Han provocado la repulsa del protestante medio norirlandés e incluso congresistas norteamericanos han criticado la campaña y han exigido al líder unionista moderado, David Trimble, que intervenga de manera más activa para atajar la protesta. El presidente estadounidense, George Bush, envió ayer a su representante para Irlanda del Norte, Richard Haas, a la zona. Haas se reunirá el lunes con el ministro británico para Irlanda del Norte, John Reid, antes de trasladarse a Belfast.
Los vecinos de Ardoyne, en ambas comunidades, han comprendido que deben acabar con los excesos y ayer pactaron el escenario de la protesta. Los unionistas se limitaron a dar la espalda a sus rivales y a vestir de luto en señal de duelo por la muerte de uno de los suyos, un joven de 16 años, Thomas McDonald, atropellado el martes por una mujer católica.
No hubo acoso, no hubo gritos, ni bombas, ni silbatos. Los católicos realizaron un minuto de silencio en señal de respeto por el duelo de los protestantes y purgaron de observadores ajenos a las familias la procesión hacia la escuela, protegidos, como cada día, por las fuerzas de seguridad. Sacerdotes de las dos comunidades rezaron una oración por el joven Thomas McDonald a la entrada del colegio de la Santa Cruz.
Más de mil personas acudieron al funeral, apenas a cinco kilómetros de la escuela de Ardoyne, sin que se produjeran incidentes. McDonald murió atropellado cuando circulaba en bicicleta por uno de los puntos calientes del norte de Belfast donde católicos y protestantes comparten calles y comercios.
La policía sospecha que el joven fue atropellado a sabiendas, tal y como han denunciado los vecinos protestantes. Una mujer de 32 años ha sido detenida y los dos jóvenes que la acompañaban en el vehículo en el momento del atropello han sido detenidos también, acusados de haber presentado falso testimonio para protegerla. A pesar de la distensión vivida ayer y de la perspectiva de un fin de semana que siempre puede calmar los ánimos, la crisis aún no se da por acabada. Los protestantes han admitido su derrota mediática y difícilmente volverán a utilizar la estrategia de la tensión. Quieren seguir protestando a la entrada del colegio, aunque afirman que su protesta no intenta impedir el acceso de las niñas, sino llamar la atención sobre el acoso que dicen sufrir en el barrio, donde son minoría frente a los católicos.Éstos siguen defendiendo su derecho a utilizar el camino a la escuela que han recorrido desde hace 30 años, atravesando la zona protestante. 'Los medios se equivocan al considerar modélica la protesta en los dos últimos días. No hay ninguna razón que justifique el bloqueo del camino a la escuela. No hay protesta que justifique el acoso a las niñas', afirmó ayer Gerry Adams, líder de los republicanos del Sinn Fein.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.