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El escultor Juan Muñoz muere en uno de los mejores momentos de su trayectoria

El artista, cuya obra se exhibe en Londres, recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas de 2000

Cuando se disponía a cenar el pasado día 28 en una casa de verano en Santa Eulalia (Ibiza), Juan Muñoz falleció súbitamente. Tenía 48 años. Casado con la también escultora Cristina Iglesias, el artista atravesaba uno de sus mejores momentos. En España, el último Premio Nacional de Artes Plásticas celebraba su obra y, en el extranjero, sus figuras llenaron desde el pasado 12 de junio (y hasta el 10 de marzo de 2002) la Tate Modern de Londres, mientras que una gran antológica se inaugurará en octubre en Washington. Esta exposición viajará después a Los Ángeles, Chicago y Houston.

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La soledad del hombre en mitad de la muchedumbre, los difíciles contornos de la propia identidad, la frágil distancia entre normalidad y locura son algunas de las cuestiones que resuenan en las obras de Juan Muñoz (Madrid, 1953). La disposición y los conflictos de sus figuras con el espacio generan una suerte de teatralización que expresa intensamente el abandono del hombre contemporáneo. Resulta llamativo que una obra que coloca a sus criaturas en la intemperie, subrayando su abandono, haya sido obra de un escultor de quien se destaca su extrema jovialidad. Tal como informa Andreu Manresa, el pintor Miquel Barceló habló ayer desde París del 'singular ansia de frenesí social' y de su 'gusto por animar la escena artística' al referirse al escultor. También dijo que fue un artista que 'convirtió en posmoderna la tradición clásica'. Dueño de una estética propia, según Barceló, 'Juan Muñoz es un continuador de una larga tradición castellana de artistas que enlaza a los miembros del grupo El Paso con los hermanos Hernández y Antonio López'.

Formado en el Central School of Art, de Londres, y en el Pratt Centre, de Nueva York, su primera exposición individual fue en 1984 en la galería Fernando Vijande de Madrid. En 1986 estuvo en la Bienal de Venecia. Un año después, en el CAPC Musée d'Art Contemporain, de Burdeos. Marga Paz le abrió las puertas de su galería en 1989. La noticia de su muerte la dejó destrozada: 'Tenía una gran personalidad como amigo y como artista, y de su forma de ser destacaría sobre todo la generosidad'.

El pintor José Manuel Broto dijo de Juan Muñoz que 'era el artista más importante de su generación, por los lugares donde estaba representada su obra y por su enorme potencia creativa'. Fue en 1995 cuando una gran exposición en el palacio Velázquez de Madrid refrendaba en su propia ciudad el valor de la trayectoria de Muñoz, que antes había triunfado ya en Chicago, Bristol, Londres, Barcelona o Dublín.

La muerte de Juan Muñoz se atribuyó en un primer momento a un infarto. Nicholas Serota, el director de la Tate Modern, que destacó el inquietante trabajo del escultor que se exhibe actualmente en su sala de turbinas, se refirió en el comunicado oficial a una hemorragia estomacal.

'Era arrollador', comenta el pintor Juan Carlos Savater. 'En una ocasión, en París, al montar la exposición uno de sus muñecos se caía. Pidió una sierra, cortó la figura. Ésa era su fuerza, la capacidad de transformar una instalación en unos instantes'. Juan Muñoz había trabajado en los últimos años con el escritor John Berger. En octubre, en Washington se inaugurará una restrospectiva que llevará su mundo por distintos lugares de Estados Unidos. Ahora que Juan Muñoz se ha ido, quedan sus figuras y sus resonancias para confortarnos desde su drástica soledad.

Juan Muñoz, en la exposición antológica dedicada a su obra en el palacio de Velázquez de Madrid en 1996.
Juan Muñoz, en la exposición antológica dedicada a su obra en el palacio de Velázquez de Madrid en 1996.LUIS MAGAN

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