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Una vida sobre el acelerador

La trágica fuga de tres menores en Madrid, que se saldó con un muerto, es algo común en los reformatorios

Pablo Ximénez de Sandoval

Al pequeño marroquí M. E., de 15 años, no le gustan los coches, pero sí la velocidad. En realidad, lo que le apasiona son las motos. De carreras, de cross, de lujo, tenía forradas de motos las paredes de su habitación en el centro de internamiento Altamira, en Madrid, del que se fugó el pasado miércoles durante seis horas: el tiempo que pasó desde que escapó de una visita a una piscina municipal y la hora en que se empotró, en un coche, contra un camión de la basura en Leganés. Con él iban dos compañeros de fuga y tres amigos del barrio de Carabanchel en el que se crió. Un muerto y cinco heridos. Uno de ellos, J. S., de 14 años, está ingresado en extrema gravedad. M.E. saldrá del hospital la semana que viene.

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Ninguno de los tres fugados era piloto, como llaman entre ellos a los conductores expertos, pero 'hay que ver cómo conducen algunos chavales de 14 años', dice Javier Suárez, director del centro Altamira. En sus habitaciones sólo se desmarcan de la norma las motos de M. E. y alguna foto porno, todo el resto está lleno de coches. Hasta en las conversaciones es 'el monotema'. Aparte de la impresión, el centro apenas había cambiado en nada desde la entrada en vigor de la polémica Ley del Menor, el pasado 13 de enero. 'Nos han puesto un detector de metales, y salimos en la prensa, nada más. Quizá lo más importante hasta ahora es que la gente se ha dado cuenta de que en España hay reformatorios y delincuencia juvenil. Ha planteado el debate'.

Un debate que, por el momento, ha dado cancha a muchas quejas por la supuesta manga ancha legal a la hora de sancionar. A pesar de la tragedia, Suárez quiere dejar claro que 'hay que verlos como lo que son, personas muy inmaduras'. 'En el caso de estos chavales, su condición de adolescentes, un momento muy complicado de oposición al mundo adulto, introversión, inseguridad, se junta con unas características sociales y familiares terribles. Tienen una mentalidad muy infantil, están muy poco hechos como personas'. Por muy espectacular que sea, 'en realidad, escaparse con los colegas, robar un coche y pisar a fondo es una chiquillada'.

El fallecido en el accidente tenía 21 años, y a M. A. A. no le da ninguna pena: 'Ya le vale al de 21, dejar que conduzca el otro'. Tiene 16 años y era compañero de los tres heridos en el Altamira. El que le da pena es J. S., 'el gitano chiquitín, que era muy buen chaval, y ahora está para morirse'. M. A. A. también ha vivido al límite, deprisa, deprisa, y sabe de robar coches, de reformatorios y de fugas. Y es que 'fugarse es lo peor, con lo bien que se está aquí'. Por robar un coche entró para cuatro meses, 'pero me fugué en una visita a mi casa un fin de semana. Por eso, me he tirado un año encerrado'. Una sanción parecida les espera, si salen del hospital, a los protagonistas de la carrera suicida del miércoles.

Pero él también sabe de reinserción. Desde el principio, según los educadores, mostró sus posibilidades de salir de la delincuencia. Hace tres meses que sale del reformatorio todas las mañanas a las 6.20 para trabajar en un supermercado. El viernes, el mismo día que acababa su medida (el eufemismo que sustituye a condena en la nueva ley), supo que le renovaban un año el contrato. 'Ese chaval sale de aquí y va a hacer algo concreto, vuelve a una referencia positiva. Ése es el objetivo al que podemos aspirar, que aprendan que el dinero que ganan con su trabajo vale mucho más que el que roban' dice Javier Suárez. Son sólo tres fugas más. Como la del centro de régimen cerrado de El Pinar, hace 15 días. Como las 60 de centros de reforma que hubo el año pasado.

Aumento de delitos

La entrada en vigor de la Ley de Responsabilidad Penal del Menor, el pasado 13 de enero, ha multiplicado todas las cifras relacionadas con la delincuencia juvenil. En Madrid ha aumentado el número de delitos cometidos por menores, de los 1.972 denunciados en el primer semestre del año pasado a los 2.030 de este año. Por supuesto, la mayoría son robos de vehículos. Esos delitos provocaron el año pasado, según el Instituto del Menor y la Familia, 100 medidas de internamiento, mientras que este año se prevé alcanzar las 300. Pero policía, educadores y abogados coinciden a la hora de tranquilizar y dejar claro que ninguno de estos datos es achacable a la supuesta permisividad de la ley. No hay hordas de menores delincuentes por las calles: tan sólo es que al subir la edad penal dos años (de considerar menores entre 12 y 16 a afectar entre 14 y 18 años) se ha elevado su perfil criminal: los menores delincuentes no han subido en número, han subido en calidad.

El coche que robaron los tres menores tras su huida.
El coche que robaron los tres menores tras su huida.F. J. B.

¿Hay menores 'irrecuperables'?

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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