Un paso hacia la paz
Hay que desear, contra todo pronóstico, que sirva para algo el acuerdo firmado ayer casi en la clandestinidad por los partidos eslavos y albaneses del Gobierno de Macedonia, destinado a poner fin a medio año de insurrección armada por la vía de mejorar los derechos de la minoría albanesa. Pocos macedonios, de una u otra etnia, lo creen así, y se hace difícil compartir el calificativo de 'histórico' aplicado al momento por alguno de los altos representantes occidentales presentes en Skopje para la furtiva ceremonia, entre ellos, el secretario general de la OTAN y el jefe de política exterior de la Unión Europea. La rúbrica del documento se produce como colofón de la semana más sangrienta del conflicto y en medio de la repetida violación del alto el fuego decretado la víspera.
Entre las previsiones del compromiso, que debe ser aprobado por el Parlamento en un plazo de mes y medio, figuran un limitado estatuto oficial para la lengua albanesa, la proporcionalidad étnica en la policía para el 2004 y la eliminación constitucional de las prerrogativas acordadas al pueblo macedonio y a la Iglesia ortodoxa. Pero su utilidad y su aplicación gravitan en torno a la decisiva cuestión del desarme y disolución de la guerrilla. Que la crecida insurgencia importada de Kosovo entregue voluntariamente sus armas, abandone la zona que domina y se esfume es impensable en la situación actual. Entre otros motivos, porque no ha participado formalmente en las negociaciones y, como los hechos demuestran palmariamente, está mucho más interesada en la partición étnica de la ex república yugoslava que en reapuntalar la malherida convivencia entre sus comunidades.
Sobre este asunto, y la amnistía que debería servir de acicate a los rebeldes y que la OTAN considera imprescindible, todo está por hacer. La Alianza exige antes de enviar tropas a Macedonia para recoger el arsenal albanés un compromiso guerrillero de desarme, además de un alto el fuego verificable; pero sus expertos admiten abiertamente que desconocen la magnitud de la armería o si los guerrilleros han comenzado ya a ocultar sus mejores piezas en las montañas que controlan. En este contexto, agravado por la formidable brecha abierta entre eslavos y albaneses tras seis meses de violencia, ojalá se cumpla el milagro de que el pacto no sea uno más entre los ignorados a lo largo de una década de guerras balcánicas.
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