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ESCÁNDALO FINANCIERO

Armada, policía, clero y empresas públicas confiaron en Gescartera

Gescartera no sólo se nutría de pequeños capitales de inversores desconocidos y animados por la alta rentabilidad que obtenían de sus ahorros. Las fuerzas armadas, empresas públicas y entidades religiosas depositaron algo más que su confianza en la agencia de valores, que se ganaba con estos clientes de renombre una buena reputación.

El primer inversor de Gescartera por volumen de capital era nada menos que la Policía Nacional. La Mutualidad de la Policía, que maneja unos fondos de 28.000 millones de pesetas, puso en manos de Gescartera 1.500 millones. Unos certificados falsos de La Caixa por valor de 2.500 millones sirvieron como cebo para garantizar la recuperación de la inversión y presagiar una alta rentabilidad.

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También la Armada arriesgó en Gescartera 300 millones de sus empleados civiles. El Servicio de la Seguridad Social de este órgano realizó el depósito a principios de 1999 con la confianza de recibir una rentabilidad mayor que la que ofrecían los bancos. Esta inversión ha provocado enfrentamientos en el seno de la entidad. El ministro de Defensa, Federico Trillo, aseguró que la inversión contó con el beneplácito de los sindicatos presentes en el patronato que gestiona este servicio. UGT y CC OO lo niegan y acusan al ministro de mentir.

La Fundación prohuérfanos de la Guardia Civil también cayó en las redes de Gescartera con una inversión nada desdeñable de 400 millones. El señuelo fue el coronel José Giménez-Reyna, hermano de la presidenta de la sociedad, Pilar Giménez-Reyna.

Inversiones públicas

Las fuerzas de seguridad no han sido los únicos tentáculos del Estado atraídos por los intereses de Gescartera. La empresa pública Saes, vinculada a la ex compañía estatal Indra y al grupo naval Izar perdieron 591 millones en el agujero. Saes, dedicada a la electrónica submarina, colocaba su dinero en la agencia de valores desde 1996. Otra empresa pública, Cetarsa (Compañía Española de Tabaco en Rama) arriesgó 150 millones de pesetas. 'Nos hablaron bien de la empresa, nos dijeron que estaba bien vista por la CNMV', alegó su presidente, Isidoro Hernández-Sito, para justificar la inversión.

Esa buena imagen de Gescartera también animó al clero a formar parte de sus clientes. El obispado de Valladolid invirtió unos 500 millones, según han confirmado fuentes cercanas a la institución. Entre sus víctimas figuran dos órdenes religiosas de Valladolid -los Hermanos de la Salle, que se dejaron 50 millones, y las monjas del Monasterio de las Huelgas Reales, con tres millones- y la Fundación Emilio Álvarez, cuyo presidente es el arzobispo vallisoletano. Las pérdidas también han afectado al arzobispado de Astorga (León) y a otras entidades religiosas, como los Salesianos de Sevilla, cuyo agujero suma 80 millones.

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