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DANZA | GREC 2001
Columna
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Sin riesgo

Los espectáculos de pequeño formato, en especial Bésame el cactus, de Sol Picó, y A modo de esperanza, de Andrés Corchero y Agustí Fernández, son los triunfadores de la programación de danza del Grec 2001. Una programación escasa, sin riesgo y aburrida, que ha reunido compañías de diferentes estilos para contentar a todos. Pero nadie ha quedado satisfecho.

La programación se inició con las excelentes actuaciones de la Nederlands Dans Theater senior y júnior. Nada novedoso; el espectador barcelonés está familiarizado con sus trabajos.

La compañía Color, que dirige Rosa Maria Grau, estrenó Al-Andalus, un espectáculo interpretado por bellas mujeres en el que se busca más el efecto estético que el intimismo pasional que rige la danza flamenca. También se programó Tablao, el intenso trabajo de Rafael Amargo, junto a (Francisco José Suárez Barrera, El Torombo; Antonio Fernández Montoya, El Farruco, y Jairo Borrull, un montaje que acababa de estar en cartel en el Club Capitol durante un mes.

La política del Grec de apostar por nuestros grupos de danza contemporánea, coproduciendo sus espectáculos, se ha saldado con aciertos y desaciertos. Aciertos han sido los ya citados montajes de Sol Picó y de Andrés Corchero y Agustí Fernández; ha estado correcto Las mentiras del entusiasmo, de Damián Muñoz, y ha sido un desacierto El somriure, de Àngels Margarit. La decepción fue Jump start/jazz 6 syncopated moviments, el ambicioso proyecto que unió a IT Dansa, la compañía dirigida por Catherine Allard y la Orquestra de Cambra del Teatre Lliure, bajo la batuta de Lluís Vidal. La idea era excelente, se trataba de bailar las fluidas partituras de jazz compuestas originalmente por Wynton Marsalis para el New York City Ballet. Se eligió a un creador catalán experto en jazz, Toni Mira, pero la coreografía, por su simplicidad y falta de riqueza, no estuvo a la altura de la música.

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