Testigos del 'caso Marina Ocaña' dicen que el personal de la clínica sólo acudía cuando llamaban los familiares
Familiares (un padre y una madre) de una menor que se encontraba ingresada en la clínica privada Mare Nostrum de Alicante el mismo día en que fue intervenida de amígdalas la niña Marina Ocaña, declararon ayer ante el tribunal que el personal del centro no realizaba visitas periódicas por las habitaciones. 'Sólo acudían cuando los llamaban los familiares', precisó el testigo. Marina Ocaña, de 4 años, falleció el 12 de abril de 1997 tras la operación, incluida en el plan de choque de Sanidad para aminorar las listas de espera.
Estos dos testigos también corroboraron que a lo largo del posoperatorio, los padres de Marina les trasmitieron su preocupación porque su hija 'no terminaba de despertarse de los efectos de la anestesia'. Asimismo, confirmaron que cuando la niña sufrió la crisis convulsiva (unas 12 horas después de la intervención) la madre requirió los servicios de una ambulacia para trasladarla a otro hospital, pero que tuvo que realizar el aviso desde un móvil porque la centralita de la clínica estaba cerrada.
Ayer también declaró, en calidad de testigo, una facultativa de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de Alicante, donde Marina Ocaña falleció a causa de un edema cerebral. La doctora aseguró que la menor llegó al hospital en 'coma profundo' y que su 'estado era irreversible', lo que hizo inútil las pruebas y tratamientos realizados para reanimarla.
El juicio por esta muerte sigue hoy con las pruebas periciales, que determinarán la causa real del fallecimiento y si hubo o no negligencia en la actuación de los dos facultativos de la clínica procesados: Alberto Dobón, médico de guardia, y Ana María Maroto, jefa de planta.
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