Cobayas de la ciencia
El ensayo clínico cuesta la mitad de los 50.000 millones que se invierten en comercializar un fármaco
'Son como los de Gran Hermano, ahí están tirados en el sofá y muertos de hambre', explica una enfermera. Estos hermanos no salen en la tele. Son ocho voluntarios sanos del Departamento de Farmacología del Hospital Clínico de Madrid, cobayas humanas reclutadas para probar si un fármaco comercial y uno genérico funcionan igual en el ser humano.
Begoña, estudiante de medicina de 26 años, lleva en la muñeca una vía, una especie de grifo de plástico conectado a una vena por la que le extraerán sangre 16 veces durante las próximas 24 horas. La vía 'no es agradable, pero tampoco es molesta', afirma. Por tomar un fármaco inocuo, dormir en el hospital y ayunar de nueve de la noche a doce de la mañana le pagarán 30.000 pesetas que 'vienen muy bien para el verano'. Se entretiene como puede: 'Estamos viendo una peli de Di Caprio'. Begoña sólo podrá participar en un ensayo clínico más este año. 'No es cuestión de crear profesionales. Que nadie piense que va a ganarse la vida siendo voluntario', afirma Alfonso Moreno, jefe del departamento.
Un seguro de vida cubre posibles contingencias los próximos dos años.
Begoña corre un riesgo mínimo, según Moreno. Le han hecho varias pruebas y, por si acaso, todo transcurre puerta con puerta con urgencias, aunque 'nunca ha hecho falta ir'. Un seguro de vida cubre posibles contingencias los próximos dos años.
Las compañías farmacéuticas ponen mucho dinero en juego para intentar sacar un medicamento al mercado. De los 50.000 millones que puede costar, la mitad se va en los ensayos clínicos, según Enrique L. Mariño, profesor de ensayos clínicos en la Facultad de Farmacia de Barcelona. Después de 13 años de estudios, y la participación de al menos 3.500 voluntarios, el fármaco aún puede tener problemas y ser retirado. Sólo de ocho a diez fármacos de 10.000 probados dan positivo en los ensayos clínicos y de ellos uno llegará, finalmente, a la farmacia, por eso las compañías los hacen en varios países y centros a la vez.
El ensayo de Begoña transcurre con normalidad, pero un estudio sobre el asma que trataba de provocar los síntomas de la enfermedad en voluntarios sanos, ocasionaron la muerte hace tres semanas de una joven de 24 años en un prestigioso centro estadounidense, la Johns Hopkins University. No sólo no se ha explicado lo sucedido sino que se han detectado irregularidades.
Estudios como estos no se realizan de momento en España. Para que una compañía ponga en marcha un ensayo clínico en un hospital español debe ser autorizado por el comité ético y el director del centro, y la Agencia Española del Medicamento (AEM) ha de dar luz verde. Trámites largos y engorrosos para el investigador que, según Moreno, 'garantizan la seguridad del voluntario'. Las empresas empiezan a apostar por España desde que se han acortado. Se hacen como mínimo 600 ensayos clínicos, calcula Moreno, pocos si se compara con otros países como Francia donde se acercan a un millar, pero casi el doble que en 1990. Son datos aproximados porque la AEM se niega a dar información. Mariño no comprende este secretismo. 'Sé más sobre ensayos clínicos en EE UU que en España', se queja.
Mientras los estudiantes de medicina ganan unas pesetillas como cobayas, para algunos enfermos el ensayo es una esperanza de cura. A Raúl de 33 años y seropositivo desde hace 11 no le ha ido muy bien probando un nuevo tratamiento que pronto saldrá al mercado. Se había hecho resistente a todos los fármacos comercializados y cada vez se encontraba peor. Tras un mes en el ensayo 'la carga viral ha quedado indetectable pero físicamente me encuentro fatal. Tengo náuseas y diarreas, he llamado a mi médico para dejarlo', explica.
'Una buena investigación es una buena asistencia, debería haber más ensayos clínicos en España, tenemos los medios y los profesionales', afirma Moreno. Por otra parte, 'el fármaco actúa de manera diferente según la dieta y otras características culturales de la población. Interesa que los prueben aquí', añade Mariño. Un área médica de vanguardia como la terapia génica cuenta con ensayos clínicos en apenas un par de centros en España. En la Clínica Universitaria de Navarra 30 personas prueban una vacuna contra los tumores digestivos, de páncreas, colón e hígado. Bruno Sangro, uno de los médicos del ensayo, recuerda lo difícil que fue a nivel humano seleccionar entre los 300 pacientes que se ofrecieron como voluntarios al darse a conocer el ensayo.
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