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Reportaje:SALUD

Corazón que no siente

El nuevo corazón artificial se adapta al ejercicio del paciente, pero no a su tensión emocional

Patricia Ortega Dolz

Dice el refrán: 'Ojos que no ven, corazón que no siente'. Pero con la implantación de Abiocor, el nuevo corazón artificial, el equipo médico del hospital de Louisville (Kentucki, EE UU) no sólo ha salvado la vida de una persona de 50 años sino que ha tirado por tierra este antiguo dicho popular. Desde el pasado martes el hombre o la mujer (no se ha revelado su identidad) que recibió este ingenioso órgano de plástico, formado por poliuretano y titanio, tiene un corazón que no siente sus emociones, pese a que vea perfectamente todo lo que le rodea. Porque Abiocor es un salvavidas pero es también un corazón desapasionado, un corazón ciego. Por eso, no latirá más deprisa si su dueño tiene miedo, no se acelerará cuando esté tenso por un examen, no palpitará si se enamora.

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El nuevo órgano está preparado únicamente para acelerarse o decelerarse en función de la actividad física del sujeto. Frente al funcionamiento de los corazones naturales, que transforman la energía química en movimiento, las contracciones de Abiocor las provoca la energía eléctrica trasmitida por inducción desde una pila y transformada en energía mecánica, esto es, en el movimiento de bombeo de sus cavidades ventriculares que animan el sistema circulatorio del individuo que lo lleva.

El corazón natural percibe las variaciones hormonales del organismo de tal modo que nota, por ejemplo, las concentraciones de adrenérgicos (adrenalina, dopamina, etétera). La secreción de estas sustancias, es consecuencia de las las órdenes trasmitidas por el sistema nervioso autónomo (inconsciente), con el fin de poner en alerta distintos óganos del organismo ante una situación de tensión.Abiocor, en cambio, no tiene unos sensores que le permitan reaccionar ante esos estímulos químicos responsables de gran parte de las afecciones humanas. Sólo cuenta con unos detectores programados para medir el movimiento del músculo más cercano. La frecuencia de ese movimiento marcará la frecuencia de su latido.

No obstante, los expertos coinciden en que es el corazón artificial más avanzado como alternativa al trasplante cardiaco. No sólo porque no tiene cables que perforen la piel para comunicarse con un motor exterior, lo que da mayor independencia y calidad de vida al paciente a la vez que evita infecciones, sino que además suplanta por completo al corazón enfermo. Hasta ahora, los avances que se habían producido desde que en 1982 se probó el primer corazón artificial (Jarvick-7) incluían al órgano natural del individuo en el sistema de asistencia cardiaca.

Los escasos triunfos de estos carísimos experimentos han paralizado durante años las investigaciones, pese a que las enfermedades cardiovasculares constituyen una de las primeras causas de muerte del mundo. EE UU, donde mueren el 25% de las personas con dolencias cardiovasculares (700.000 al año) y donde la media de donaciones anuales se mantiene casi inmóvil en 3.000 mientras las listas de espera se engrosan a un ritmo de 150.000 personas al año, ha sido uno de los países que más ha insistido en la fabricación del corazón artificial. También los japoneses, cuya cultura les impide el trasplante de corazón, continúan con esas indagaciones.

En España la situación no es tan desesperada ni las subvenciones tan multimillonarias, pese a que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte por delante de los accidentes de tráfico. 'Aquí se trasplantan una media de 350 corazones al año. Las listas de espera nunca superan los dos meses (en EE UU llegan hasta dos años) y en un caso urgente se puede conseguir un corazón en 48/72 horas. Es el país con mayor índice de donantes y eso hace que esta alternativa sea, quizá, menos necesaria', explica Juan José Rufilanchas, jefe del servicio de cirugía cardiaca en el hospital 12 de Octubre.

De hecho, según Manuel Vidal, portavoz de la multinacional Izasa -representante en España de la empresa fabricante de Abiocor- 'España iba a ser el lugar en el que se implantaría por primera vez este corazón artificial, precisamente por la facilidad de conseguir un trasplante en caso de emergencia. Al final, no ha sido así por problemas administrativos'.

Los expertos insisten en que el nuevo corazón vive una faceta puramente experimental en un paciente con una cardiopatía terminal. Muchos aluden a otras vías de investigación, como la biotecnología celular y la clonación de órganos. 'Ya es posible someter a células óseas del propio enfermo a unos cultivos de desarrollo especiales para que terminen actuando como células cardiacas. Después se inyectan en la zona dañada del corazón y, se ha comprobado, que se recupera', comenta Alonso Pulpón, jefe del servicio de cardiología del hospital Puerta de Hierro.

La batalla por encontrar soluciones a la falta de corazones para el trasplante o al rechazo de los mismos puede deparar aún muchas sopresas. Todavía ningún invento a conseguido sustituir de forma permanente y perfecta al corazón humano, pero cada vez está más lejos de ser ciencia ficción.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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