Un juez convierte una sala en un cuarto de juegos para interrrogar a un menor
Dos psicólogas transmitían las preguntas
El juez de Barcelona Santiago Vidal ha acondicionado un despacho del juzgado como si fuese una sala de juegos y ha utilizado cámaras ocultas para tomar declaración a un menor y que éste no se sintiera incomodado por la frialdad de las salas de vista. El menor, un disminuido psíquico de 14 años, declaró en calidad de víctima de un caso de abusos sexuales.
La Ley 14/99, de protección de testigos de abusos sexuales, contempla esta posibilidad, aunque hasta la fecha ningún juez catalán la había utilizado. Hasta ahora, los casos de abusos sexuales en Barcelona se habían instruido con métodos de protección de las víctimas, aunque menos aparatosos. Habitualmente, los menores acostumbran a declarar protegidos por un biombo y, en alguna circunstancia excepcional, como el juicio por el caso de pederastia del barrio del Raval, los chicos testificaron fuera de la sala de víctimas para estar más relajados.
En esta ocasión, el juez Santiago Vidal también ha recurrido a las cámaras de vídeo ocultas para no presionar a la víctima. Para ello, el juez dictó un auto, que ha sido recurrido por el defensor del acusado, en el que expone: 'Los tribunales de justicia deben velar de forma especial por la tutela de la víctima menor de edad con el fin de minorar las consecuencias que sobre su psique, estabilidad emocional y recuerdo pueda comportar el normal desarrollo de un juicio oral'.
De esta manera, el juez dispuso que el menor se situaría en el despacho de la secretaria judicial, en el que se retiraron los libros y expedientes y se colgaron de las paredes dibujos infantiles y se trajeron juguetes para el menor. Las cámaras de grabación fueron colocadas en la parte superior de armarios y fueron ocultadas tras tiestos de plantas y otros objetos de decoración.
Por su parte, el juez, el fiscal, el acusador particular y el defensor se instalaron en la sala de vistas y todas las preguntas, que eran formuladas a través del magistrado, que rechazaba las que consideraba inoportunas, se realizaron a través del circuito cerrado de televisión. Las preguntas se recibían en la improvisada sala de juegos y dos psicólogas las transmitían al menor.
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