Un sindicato particular
El SEPLA-Iberia, el sindicato que agrupa a los pilotos de la compañía, tiene de sindicalismo el nombre. En todo lo demás, se aleja de lo que tradicionalmente se entiende por sindicato, pareciéndose sólo al resto de las organizaciones de pilotos de las compañías de bandera europeas, que enfrentan los mismos problemas.
Su diferencia con las demás organizaciones sindicales, según opinan los dirigentes del SEPLA, es que no sólo defienden los intereses laborales, sino también los profesionales. Pero su forma de funcionar es también diferente. SEPLA ha conseguido tradicionalmente privilegios para los pilotos de Iberia, derivados de su condición de compañía pública.
Eso, y la presión que el sindicato ejerce sobre quienes discrepan de sus planteamientos -hasta el punto de haberles negado el saludo durante años- hace que tenga un altísimo nivel de afiliación, el 98%.
Sus diferencias con los sindicatos tradicionales son tantas que, por ejemplo, en los conflictos le aconseja Analistas de Relaciones Industriales, el bufete que asesora a multitud de empresas y a la patronal CEOE.
Ahora, SEPLA-Iberia, y el resto de los seplas de otras líneas aéreas intentan poner en marcha una plataforma común para la profesión con el argumento de que forman parte de un mundo globalizado con una problemática común.
Para tratar sobre esos aspectos, la federación que agrupa a todos esos seplas se reunió en Tokio el año pasado y este año en Jamaica. El resultado, según se teme Iberia, ha sido el encadenamiento de confictos, primero en varias compañías americanas y en Europa con Lufthansa como punta de lanza. Ahora el conflicto le toca a Iberia.
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