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La cooperación de la CIA y el FBI contra ETA es aún 'muy incipiente'

Aznar pidió a Bush tecnología para descifrar comunicaciones y archivos

Miguel González

Dos factores han influido decisivamente para impulsar la cooperación antiterrorista de EE UU desde 1999. En primer lugar, la inclusión de ETA en la lista de grupos terroristas que elabora la Secretaría de Estado, lo que ha dado cobertura legal a la colaboración de las agencias de espionaje. En segundo lugar, el intercambio de visitas a Madrid y Washington entre los directores de la CIA, George Tennet, y del FBI, Louis Freeh, de un lado, y el ex ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, y el director del Cesid, Javier Calderón, del otro.

Sin embargo, esta cooperación no ha pasado hasta ahora de alguna información o apoyo técnico, normalmente en reciprocidad por la colaboración en asuntos que preocupan a Washington, como el terrorismo de orígen árabe.

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El ministro de Exteriores, Josep Piqué, manifestó el miércoles que EE UU podría ayudar a la lucha contra ETA 'desde el punto de vista de la tecnología, de la información y de la detección de las comunicaciones. Los responsables deben seguir desarrollando estas ideas', agregó, 'pero se abre un campo muy prometedor'.

Las fuentes consultadas indican que no hay que magnificar la trascendencia de esta ayuda pues, aunque la CIA y el FBI son muy potentes, se mueven en función de los objetivos nacionales de EE UU y es muy difícil que atiendan a otro tipo de objetivos. Otra cosa es que puedan prestar un apoyo puntual, siempre que se les dé la información precisa.

Las agencias estadounidenses disponen de gran información sobre las redes internacionales de tráfico de armas y blanqueo de dinero, que también utiliza ETA. Pero, como todos los servicios secretos, es muy reacia a facilitar cualquier dato que pueda poner en peligro a sus propias fuentes.

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El apoyo que solicitó Aznar a Bush se centra en la transferencia de determinada tecnología de comunicaciones cuya exportación está vetada, incluso para los países aliados. En concreto, se pretenden adquirir programas capaces de descifrar en tiempo útil los mensajes de correo electrónico o los discos de ordenador incautados a miembros de ETA.

Más delicado es el aprovechamiento de las comunicaciones interceptadas por la Agencia Nacional de Seguridad de EE UU a través de su red Echelon. Las mismas fuentes se preguntan cómo se asumiría que un servicio extranjero hiciera por cuenta de España los mismo por lo que han sido condenados cinco agentes del Cesid en el caso de las escuchas.

Desde el punto de vista político, Washington respalda plenamente la política antiterrorista de Madrid. Pero, si se pregunta a un experto estadounidense cómo hay que abordar el problema de ETA, responde con la misma receta aplicada en Irlanda del Norte y Oriente Medio: 'Hay que pactar con los moderados y eliminar a los irreductibles'. Una estrategia muy diferente a la seguida por Aznar, al menos hasta las elecciones vascas del 13 de mayo.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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