El BCE espera menor crecimiento y mayor inflación en la zona euro este año
Las rebajas de impuestos deben ir precedidas de restricciones de gasto
La autoridad monetaria de la zona euro aprovechó la publicación del informe correspondiente a junio, para hacer públicas sus nuevas previsiones para este año. El tono general destila pesimismo sobre las perspectivas de crecimiento y 'un considerable grado de incertidumbre'. Respecto de lo que el banco pensaba en diciembre pasado, ahora hay una diferencia de ocho décimas a la baja, en torno a una cuarta parte.
El BCE cree que las economías del euro van a crecer este año entre el 2,2% y el 2,8%, cuando antes pensaba en un 2,6%-3,6%. Todo ello frente al 3,4% registrado en 2000, lo que supone un descenso de cierta magnitud. Para 2002, la autoridad monetaria no ve un panorama mucho mejor, ya que el abanico de previsiones se sitúa entre el 2,1% y el 3,1%, frente al 2,5%-3,5% anterior.
[También en Estados Unidos las expectativas de crecimiento se ensombrecen. Según dijo ayer el subsecretario de Asuntos Exteriores, John Taylor, el crecimiento económico en el primer trimestre se ha situado en el 1,3% y será más bajo en el segundo trimestre.]
La importancia de estas previsiones no es tanto que se cumplan o no como la influencia que tienen sobre las decisiones de tipos de interés. El BCE trasmite un mensaje claro de desaceleración económica lo que, en principio, le debería llevar a una rebaja inmediata del precio del dinero, ahora en el 4,25%. El inconveniente es la inflación después de los pésimos resultados de los últimos meses en la mayoría de países (el 2,9% de media en abril). Pero el BCE hace ver que los problemas tenderán a desaparecer y ha revisado sus previsiones para este año y el próximo aunque en un doble sentido. El escenario más pesimista se ha moderado y el optimista ha empeorado.
Frente al 1,8%-2,8% de inflación que el BCE esperaba en diciembre pasado para este año, ahora estima un 2,3%-2,7%. Por el contrario, para el año que viene mejora el panorama: del 1,3%-2,5% hasta el 1,2%-2,4%. El 2% fijado como escenario de precios deseable se da por perdido este año, aunque puede conseguirse el próximo. 'Se espera que las tensiones inflacionistas se suavicen', dice el BCE en el informe, aunque a corto plazo todavía pueden plantearse problemas con los alimentos y la energía.
Con estas piezas sobre la mesa, lo normal sería que el BCE esperara un tiempo -no mucho-, antes de bajar los tipos de interés, y que lo hiciera -también no mucho-, en un cuarto de punto. Un argumento a favor es que la tasa de expansión del crédito al sector privado se ha moderado en los últimos meses, lo que mantiene la liquidez del sistema dentro del 4,5% establecido como objetivo.
'Una orientación permisiva' Hay una cuestión que juega en contra y es lo que el BCE denomina como 'una orientación permisiva de la política fiscal en algunos países miembros'. Ésta tiene su origen en los actuales 'significativos recortes impositivos', así como 'en la falta de contención del gasto'. El BCE señala con el dedo a algunos de estos países en los que el déficit cíclico (aquel que mejora al tiempo que la situación económica y al contrario) 'está todavía en un nivel igual o superior al 1% del PIB'. Se trata de Francia, Alemania, Italia y Portugal -España está en el 0,8% del PIB, según el Ministerio de Hacienda- a quienes el BCE reconviene a cumplir los objetivos de estabilidad.
Algunos países, insiste el BCE, 'corren el riesgo de no alcanzar ni siquiera sus poco ambiciosos objetivos para 2001'.Cita en concreto a Italia, país que ya ha anunciado que revisará su objetivo de déficit para este año. 'El empeoramiento de las expectativas de crecimiento podría inducir a otros países a hacer lo mismo', añade.
La ejecución presupuestaria en todos los países del euro debe ser 'cautelosa' durante este año y los recortes impositivos 'deberían acompañarse, o mejor, ir precedidos de una suficiente restricción en el gasto'. El BCE apunta la necesidad de reformas en los sistemas de prestaciones y, en concreto, en las pensiones -'las reformas son aún puntuales y, en general, poco ambiciosas en cuanto a la implantación de sistemas de capitalización'- y la sanidad.
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